Hace un tiempo reseñamos los misterios de Buenos Aires. Misterios que veremos también se encuentran bajo su suelo.
"...HISTORIA URBANA: TUNELES, ARROYOS SECOS, VIEJOS CEMENTERIOS Y ALJIBES
La ciudad subterránea: revela los secretos del pasado
Por azar o al excavar como parte de investigaciones, arqueólogos e historiadores rearman el mapa oculto de Buenos Aires. Encuentran desde utensilios coloniales hasta restos de animales prehistóricos.
Nora Sánchez. .
nsanchez@clarin.com
Allí donde hoy se levanta un apart hotel, en Juncal y Suipacha, alguna vez hubo un cementerio. Hace 17 años, la remodelación de una vieja casa de San Telmo, en Defensa al 700, puso al descubierto el olvidado lecho seco de un arroyo, entubado en 1860 y enterrado para siempre en 1890. Y, hace seis meses, la reparación de un caño en la vereda del Teatro Colón permitió el hallazgo de un pozo ciego del siglo XIX, donde se encontraron desde cepillos de dientes hasta monedas coloniales.
La superficie de la Ciudad de Buenos Aires oculta innumerables tesoros como éstos. La historia sobrevive bajo las calles, los subsuelos y los parques, conformando otra ciudad subterránea, casi siempre desconocida, que alimenta mitos y leyendas.
En 1912, mientras se construía una sala de dibujo para la Facultad de Arquitectura de la UBA —que entonces funcionaba en la Manzana de las Luces— el piso se hundió imprevistamente. Los asombrados obreros se encontraron ante un túnel que se conectaba con otro y otro más, recorriendo toda la manzana y aún más allá. Y parte de la vieja leyenda cobró fuerza de verdad: eran los túneles jesuitas del siglo XVIII. En la década del 80 se recuperó un pequeño tramo que puede visitarse los lunes a las 13 y los sábados y domingos (a las 15, 16.30 y 18), en Perú 272.
"Según se cree, los túneles comunicaban las diferentes construcciones jesuíticas: bibliotecas, parroquias, escuelas. También se especula que pueden haber sido usados para el tráfico de esclavos", explica Margarita Eggers Lan, autora del libro "Historias bajo las baldosas".
Algo menos misteriosos son los túneles que comunicaban los pabellones de algunos hospitales. Como los del Hospital Moyano (Brandsen 2570), de fines del siglo XIX, que acaban de ser restaurados por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural (CPPHC) de la Ciudad. También se recuperaron los sótanos y la capilla del Pabellón de Anatomía Patológica.
Y hay otros túneles que sólo perduran en la memoria popular: los profesores más antiguos de la Escuela Técnica Fernando Fader, en Pasaje La Porteña 54, Flores, aseguran que el edificio está conectado por un pasadizo con el ferrocarril. La escuela ocupa una mansión estilo Tudor conocida como Palacio Las Lilas, que en 1917 fue sede del Club de Flores. En el sótano están las entradas de los supuestos pasadizos, aún no explorados.
Uno de los túneles más enigmáticos es el que habría usado Juan Domingo Perón para escapar en 1955. "Ese túnel no existe —afirma el arqueólogo urbano Daniel Schávelzon—. Lo que sí existió fue un búnker que la Aeronáutica construyó para Perón y que jamás se usó. Tenía dos túneles que iban desde Leandro Alem a Av. Madero". El búnker unía los edificios Alas y Alea (donde ahora está la torre de Microsoft) y fue demolido en 2000 para hacer dos cocheras.
En 1988, Schávelzon hizo excavaciones en el Parque Tres de Febrero, en Palermo, y halló los restos del caserón de Juan Manuel de Rosas, demolido en 1899. Están a espaldas del monumento a Sarmiento. "Hay cimientos, pisos de ladrillos y muchos objetos, pero no túneles: la napa está muy alta en esa zona", revela.
La superficie porteña cubre muchas otras construcciones. Debajo de la plaza Las Heras, por ejemplo, aún se conservan algunas partes de la Penitenciaría Nacional, construida en 1877 y demolida en 1962. La leyenda cuenta que también hay túneles cavados por los presos para escapar.
En 1942, mientras se excavaba detrás de la Casa Rosada, se encontraron los restos de un enorme edificio. Así volvió a ver la luz del sol parte de la Aduana Taylor, que funcionó entre 1855 y 1894, cuando fue demolida. Ahora pueden visitarse el patio de maniobras, las galerías y los depósitos. También se recorren los "Almacenes subterráneos de la Real Hacienda", que formaban parte del antiguo fuerte. Otros restos de la Aduana se ven en el sótano de la tanguería Michelangelo (Balcarce 433). "Debajo del monumento a Cristobal Colón, a espaldas de la Casa Rosada, también quedó parte de la playa de maniobras de la Aduana y hay una cripta. Allí inauguraremos este año un centro de interpretación del acto fundacional de la ciudad", adelanta Leticia Maronese, secretaria de la CPPHC.
Esta Comisión coordina el proyecto "Bajo las baldosas", que reúne a varias áreas del Gobierno porteño para investigar lo que se esconde bajo de la ciudad. En el marco de esta iniciativa, a partir de marzo se retomarán las visitas guiadas a distintos yacimientos arqueológicos, como la Aduana Taylor o los corredores subterráneos de Santa Felicitas en Barracas (Pinzón 1480), donde funcionó un comedor obrero durante la primera mitad del siglo XX.
Con menos prensa que los túneles o los edificios perdidos, los pozos ciegos coloniales también son puertas al pasado. Como en la vereda del Teatro Colón, en Viamonte y Libertad, donde una cuadrilla de obreros que reparaba un caño roto se topó con un pozo sanitario de ladrillos antiguos unidos con barro. Entre otros objetos, se hallaron huesos de vaca, cerdo, rata y perro, además de un orinal de metal enlozado, una moneda brasileña de 1826 y azulejos.
Los aljibes y sus cisternas también conducen a las profundidades del pasado. En el Convento de Santa Catalina de Siena (Viamonte y San Martín) hay uno que fue inagurado 60 días antes de la Revolución de Mayo.
Debajo de las calles porteñas también se conservan restos de animales prehistóricos. En junio de 2001, cuando ampliaban la línea B del subte, encontraron los restos fosilizados de un gliptodonte que ahora se exhiben en la estación Tronador. Este animal es una especie de armadillo que se extinguió hace unos 10.000 años. En 1930, ya habían aparecido los restos de un mastodonte, en Corrientes y L. N. Alem.
Esta es apenas una muestra de la riqueza arqueológica que espera bajo tierra que alguien la descubra. Tal vez, por casualidad..."
Plano General de "Buenos Aires bajo las baldosas"
Tomado de: Clarín.
"...HISTORIA URBANA: TUNELES, ARROYOS SECOS, VIEJOS CEMENTERIOS Y ALJIBES
La ciudad subterránea: revela los secretos del pasado
Por azar o al excavar como parte de investigaciones, arqueólogos e historiadores rearman el mapa oculto de Buenos Aires. Encuentran desde utensilios coloniales hasta restos de animales prehistóricos.
Nora Sánchez. .
nsanchez@clarin.com
Allí donde hoy se levanta un apart hotel, en Juncal y Suipacha, alguna vez hubo un cementerio. Hace 17 años, la remodelación de una vieja casa de San Telmo, en Defensa al 700, puso al descubierto el olvidado lecho seco de un arroyo, entubado en 1860 y enterrado para siempre en 1890. Y, hace seis meses, la reparación de un caño en la vereda del Teatro Colón permitió el hallazgo de un pozo ciego del siglo XIX, donde se encontraron desde cepillos de dientes hasta monedas coloniales.
La superficie de la Ciudad de Buenos Aires oculta innumerables tesoros como éstos. La historia sobrevive bajo las calles, los subsuelos y los parques, conformando otra ciudad subterránea, casi siempre desconocida, que alimenta mitos y leyendas.
En 1912, mientras se construía una sala de dibujo para la Facultad de Arquitectura de la UBA —que entonces funcionaba en la Manzana de las Luces— el piso se hundió imprevistamente. Los asombrados obreros se encontraron ante un túnel que se conectaba con otro y otro más, recorriendo toda la manzana y aún más allá. Y parte de la vieja leyenda cobró fuerza de verdad: eran los túneles jesuitas del siglo XVIII. En la década del 80 se recuperó un pequeño tramo que puede visitarse los lunes a las 13 y los sábados y domingos (a las 15, 16.30 y 18), en Perú 272.
"Según se cree, los túneles comunicaban las diferentes construcciones jesuíticas: bibliotecas, parroquias, escuelas. También se especula que pueden haber sido usados para el tráfico de esclavos", explica Margarita Eggers Lan, autora del libro "Historias bajo las baldosas".
Algo menos misteriosos son los túneles que comunicaban los pabellones de algunos hospitales. Como los del Hospital Moyano (Brandsen 2570), de fines del siglo XIX, que acaban de ser restaurados por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural (CPPHC) de la Ciudad. También se recuperaron los sótanos y la capilla del Pabellón de Anatomía Patológica.
Y hay otros túneles que sólo perduran en la memoria popular: los profesores más antiguos de la Escuela Técnica Fernando Fader, en Pasaje La Porteña 54, Flores, aseguran que el edificio está conectado por un pasadizo con el ferrocarril. La escuela ocupa una mansión estilo Tudor conocida como Palacio Las Lilas, que en 1917 fue sede del Club de Flores. En el sótano están las entradas de los supuestos pasadizos, aún no explorados.
Uno de los túneles más enigmáticos es el que habría usado Juan Domingo Perón para escapar en 1955. "Ese túnel no existe —afirma el arqueólogo urbano Daniel Schávelzon—. Lo que sí existió fue un búnker que la Aeronáutica construyó para Perón y que jamás se usó. Tenía dos túneles que iban desde Leandro Alem a Av. Madero". El búnker unía los edificios Alas y Alea (donde ahora está la torre de Microsoft) y fue demolido en 2000 para hacer dos cocheras.
En 1988, Schávelzon hizo excavaciones en el Parque Tres de Febrero, en Palermo, y halló los restos del caserón de Juan Manuel de Rosas, demolido en 1899. Están a espaldas del monumento a Sarmiento. "Hay cimientos, pisos de ladrillos y muchos objetos, pero no túneles: la napa está muy alta en esa zona", revela.
La superficie porteña cubre muchas otras construcciones. Debajo de la plaza Las Heras, por ejemplo, aún se conservan algunas partes de la Penitenciaría Nacional, construida en 1877 y demolida en 1962. La leyenda cuenta que también hay túneles cavados por los presos para escapar.
En 1942, mientras se excavaba detrás de la Casa Rosada, se encontraron los restos de un enorme edificio. Así volvió a ver la luz del sol parte de la Aduana Taylor, que funcionó entre 1855 y 1894, cuando fue demolida. Ahora pueden visitarse el patio de maniobras, las galerías y los depósitos. También se recorren los "Almacenes subterráneos de la Real Hacienda", que formaban parte del antiguo fuerte. Otros restos de la Aduana se ven en el sótano de la tanguería Michelangelo (Balcarce 433). "Debajo del monumento a Cristobal Colón, a espaldas de la Casa Rosada, también quedó parte de la playa de maniobras de la Aduana y hay una cripta. Allí inauguraremos este año un centro de interpretación del acto fundacional de la ciudad", adelanta Leticia Maronese, secretaria de la CPPHC.
Esta Comisión coordina el proyecto "Bajo las baldosas", que reúne a varias áreas del Gobierno porteño para investigar lo que se esconde bajo de la ciudad. En el marco de esta iniciativa, a partir de marzo se retomarán las visitas guiadas a distintos yacimientos arqueológicos, como la Aduana Taylor o los corredores subterráneos de Santa Felicitas en Barracas (Pinzón 1480), donde funcionó un comedor obrero durante la primera mitad del siglo XX.
Con menos prensa que los túneles o los edificios perdidos, los pozos ciegos coloniales también son puertas al pasado. Como en la vereda del Teatro Colón, en Viamonte y Libertad, donde una cuadrilla de obreros que reparaba un caño roto se topó con un pozo sanitario de ladrillos antiguos unidos con barro. Entre otros objetos, se hallaron huesos de vaca, cerdo, rata y perro, además de un orinal de metal enlozado, una moneda brasileña de 1826 y azulejos.
Los aljibes y sus cisternas también conducen a las profundidades del pasado. En el Convento de Santa Catalina de Siena (Viamonte y San Martín) hay uno que fue inagurado 60 días antes de la Revolución de Mayo.
Debajo de las calles porteñas también se conservan restos de animales prehistóricos. En junio de 2001, cuando ampliaban la línea B del subte, encontraron los restos fosilizados de un gliptodonte que ahora se exhiben en la estación Tronador. Este animal es una especie de armadillo que se extinguió hace unos 10.000 años. En 1930, ya habían aparecido los restos de un mastodonte, en Corrientes y L. N. Alem.
Esta es apenas una muestra de la riqueza arqueológica que espera bajo tierra que alguien la descubra. Tal vez, por casualidad..."
Plano General de "Buenos Aires bajo las baldosas"
Tomado de: Clarín.
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