Expedientes ALFA - OMEGA

Misterio e intriga de principio a fin... curiosidades, hechos bizarros e increibles, lo "paranormal": todo lo diferente a la cotidianeidad tiene lugar en esta bitacora de fenomenos e interrogantes de dificil respuesta... porque ¡aún no hemos perdido la capacidad de asombro!

lunes, julio 26, 2004

Pulperías ¡que sobreviven al siglo XXI!

Lugar obligado en la literatura gauchesca.  Telón de fondo en escenas del "Martín Fierro", "Don Segundo Sombra" o "Santos Vega", algunos de sus representantes entra a pie firme en el siglo XXI con aparente voluntad politica para su rescate y conservación.

"...HISTORIAS

Las últimas pulperías

De las mil que había en la pampa bonaerense a mediados del siglo XIX, hoy sólo 70 mantienen sus puertas abiertas. Muchas conservan costumbres tan viejas como sus orígenes y hasta es posible encontrar en ellas a gauchos apurando una grapa.
 


Ivana Costa y Albertina Piterbarg.

"Aceptó la caminata como una pequeña aventura. Ya se había hundido el sol, pero un esplendor final exaltaba la viva y silenciosa llanura, antes que la borrara la noche. El almacén alguna vez había sido color punzó, pero los años habían mitigado para bien ese color violento. Atados al palenque había unos caballos."

Jorge Luis Borges escribió estas líneas del cuento "El Sur" hace más de 60 años. Es posible que al hacerlo tuviera presente la sencilla arquitectura de la pulpería y posta San Gervasio, en el sur de la Provincia de Buenos Aires, cerca de la estación Campodónico, a 25 km de Tapalqué y a 299 de la Capital. Allí el tiempo tuvo la delicadeza de detenerse para que se pueda contemplar la pulpería que, aún hoy, conserva restos del rojo punzó en sus muros de ladrillo y barro. Es así de cruel: el tiempo se fue tragando, paciente e implacable, a buena parte de las pulperías; aquellos establecimientos de tragos fuertes y comestibles incorporados para siempre a las postales de una Argentina que ya fue. Como sea, la pulpería San Gervasio es una de las que resiste por mantenerse en pie. Según fuentes de la Secretaría de Turismo provincial, de las más de mil pulperías que se esparcían en la pampa hacia 1840, hoy siguen con sus puertas abiertas unas 70, de las cuales la mitad continúa funcionando como en los años que siguieron a la colonia.

Erguidos, taciturnos, rostros curtidos por el sol, los hermanos Edgar y Aníbal Toso, llevan atendiendo hace medio siglo la pulpería que inspiró a Borges. Los Toso heredaron el oficio de su padre, don Aníbal. Este llegó al país a comienzos del siglo XX y se puso a trabajar para Esteban Campodónico, entonces dueño de la estancia que hoy administran los salesianos de la obra de Don Bosco y donde todavía se encuentra la pulpería.

De una de las paredes descascaradas del boliche cuelga una foto en blanco y negro de 1879. Y los nombres de los que aparecen en primer plano: Joaquín Landella, Inocencio Vázquez, José Vázquez, Isabel Casafres de Vázquez y Ceferino Vázquez. "No se sabe bien quiénes eran los Vázquez -dice Edgar Toso-; vivieron aquí mucho antes de que llegara mi padre. Se cree que eran gente culta -uno de ellos juez de paz- y que tal vez murieron bajo el cuchillo de un indio." En este sitio por donde el tiempo pasó de largo, la imagen de los Vázquez luce fantasmal. En el ambiente se percibe el eco de los alaridos de los indios pampas, aniquilados al cabo de 300 años de guerra. Y también se adivinan los gritos del terrible malón que azotó el lugar en 1855, cuando 5 mil lanceros de las fuerzas de los caciques Calfucurá, Cachul y Juan Catriel arrasaron los fuertes de Azul y Tapalqué, llevándose 150 cautivas y 15 mil cabezas de ganado. Después de aquel malón, la pulpería San Gervasio se utilizó como base para fundar el nuevo Tapalqué. Fue la posta a la que llegaban carretas, diligencias y carros con los materiales y los hombres que rehicieron el pueblo.

Los hermanos Toso atienden detrás de la reja centenaria de la posta, que protegía al pulpero de algún ataque o de las habituales peleas entre cuchilleros. La entrada conserva la puerta pesada de madera oscura y cerrojos de hierro forjado. En el interior, los paisanos aún se sientan a beber grapa en vasitos de vidrio esmerilado.

Punto de encuentro

Desde 1881, en el centro de Chivilcoy (a 160 km de la Capital) y, sobre la Avenida de la Tradición funciona El Recreo. En el siglo XIX este almacén de ramos generales y despacho de bebidas era punto de encuentro de los lugareños. Aquí funcionó uno de los primeros teléfonos del área rural bonaerense y por eso los domingos se sumaban a los habituales clientes y parroquianos, gente del pueblo y de estancias vecinas que tenían a quien llamar. Los comerciantes aprovechaban esos días para ofrecer sus mercancías. Y el peluquero para rasurar cabezas.

En los años 30, el almacén perteneció a don Eugenio Ross, quien inició las tertulias musicales de El Recreo. Rossi había adquirido en la Casa Tegini, de Buenos Aires, un gramófono que instaló en el salón comedor de la casa contigua al almacén. Hacía sonar la voz del tenor Enrico Caruso y en el veredón de ladrillos que rodea a la construcción, al amparo de paraísos añosos, se instalaban mesas y sillas para que los vecinos disfrutaran de las tertulias.

Durante los días de la colonia, el antiguo Camino Real comunicaba a las poblaciones rurales con Buenos Aires. El Recreo, situado al borde de esta ruta, era parada obligada. Cuando comenzaron a circular automóviles por las rutas argentinas, se instaló en el almacén un surtidor de nafta. Como se trataba de una zona de remates y ferias con mucho movimiento de arreos, esta pulpería contaba también con corrales y galpones destinados a la matera -lugar para calentar y tomar mate-, asadores y sitio para que los reseros pasaran la noche. Actualmente, El Recreo es administrado por la Secretaría de Cultura de Chivilcoy y conserva piezas de valor.

Hay ceniceros, abanicos, antiguas tarjetas de saludo y participaciones de duelo. Otras reliquias: un refranero criollo con ilustraciones humorísticas y una máquina para llenar sifones.

Cuidar el patrimonio

De las ciudades del interior bonaerense, San Antonio de Areco es la que más se ha preocupado por conservar su rica arquitectura tradicional. Además de mantener como museo la histórica pulpería La Blanqueada (inmortalizada por Ricardo Güiraldes en Don Segundo Sombra), tiene un registro de seis boliches y almacenes antiguos.

La pulpería Los Principios, también conocida como boliche de Fernández, tiene 81 años. Don Américo Antonio Fernández, hijo de una vasca y un gallego, llegó al lugar en 1922 y abrió las puertas de este sitio que hoy atiende Antonio, su hijo. Antonio tiene 72 años y orgullo de su local. Los estantes que recubren las paredes de casi 5 metros de altura están revestidos de botellas (Campari, vino Toro, detergente, fideos, latas de conserva). El mostrador repujado y los pisos calcáreos son originales, como una foto del año 30 que Antonio muestra con interés. En ella se ve a su padre y con bombacha blanca al legendario Segundo Ramírez, que inspiró a Güiraldes.

En la zona del boliche, junto a un almanaque de Alpargatas de 1967 (el año que nació su hijo Antonio) se ven recortes de diario de la película Frontera Sur, escrita por el argentino Miguel Vázquez Rial y filmada allí hace dos años. Antonio sirve bebidas y juega a la pelota con sus nietos. "Algún día será de ellos." Relata lento y está más interesado en tentar al visitante con pastelitos que en hablar de su propia fama. Antonio protagonizó un spot publicitario de caldos Knorr Suiza. "Vinieron a filmar el almacén y al final yo terminé vendiendo la sopa", bromea. A unos 200 metros, cruzando el puente viejo, sobre el Camino Güiraldes, sin número, se encuentra el predio del Parque Criollo y Museo Gauchesco, donde se encuentra La Blanqueada. La pulpería, que tiene unos 150 años, se conserva como estampa. Ya no vende sus copas de aguardiente al forastero: sus ocupantes actuales son figuras de paño y cera acodadas sobre el mostrador enrejado. Los gauchos llevan botas de potro y chiripá y pañuelo colorado típico del período rosista.

Frente al mostrador un gaucho se despide de su compañera junto a su caballo. El animal, embalsamado, es un overo rosado que se llamó Porteño. El cuidador de la pulpería dice con orgullo: "Este caballo protagonizó la película Caballito criollo, con Enrique Muiño". En el mismo predio se encuentra la reproducción realizada en 1938 del casco de una estancia que copia a aquella en la que, se dice, Güiraldes escribió las últimas páginas de Don Segundo Sombra. La casona es todo un homenaje al escritor y a los artistas e intelectuales que lo frecuentaban. Allí se pueden ver ejemplares de la revista Proa, fundada por Borges, Güiraldes, Brandán Caraffa y Pablo Rojas Paz; quince originales del uruguayo Pedro Fígari (el pintor que mejor retrató la vida de los negros rioplatenses) y una serie de cartas de Güiraldes.

Como la que le escribió a su madre desde el Lido de Venecia, alrededor de 1911: "Aquí no hay prohibición de baño -decía Güiraldes-; te dan a voluntad traje completo, malla o simple calzoncillo con el cual te podés pasear a la vista y paciencia de toda la gente desde la Rambla. Qué impresiones diferentes pueden recogerse de tal experiencia: Emilio Zola se alegraría de toda esa carne humana que goza abiertamente de la naturaleza. Rubens encontraría dónde empalagarse; Oscar Wilde buscaría desesperadamente una línea de belleza entre tanta distorsión. Darwin encontraría apoyo a su teoría?"

 La más antigua

Muy cerca de Areco, en Andonaegui, camino a Capilla del Señor, se encuentra la más antigua pulpería de la pampa: Los Ombúes. Sus moradores, la familia Insaurgarat, que lleva en el lugar 90 años, calcula que el almacén tiene 214 años por el tipo de teja francesa de su techo. Los paisanos que se acodan en el mostrador de estaño, en el más reciente salón de pool o en los bancos que están al aire libre en la entrada, a la sombra de los ombúes, confirman este cálculo fundándose en leyendas de la zona.

Los Ombúes tiene su propia leyenda. Jorge Rossi, hijo de Elsa Insaurgarat, la cuenta con la ayuda de Ojué Tunino, un cliente habitual: "Se dice que el pulpero que hizo famoso este lugar se llamaba Cachassa; que llegó a tener mucho dinero y que un día lo acuchillaron unos que pretendían el boliche. Muchos años después, entre tirantes del techo, encontraron la fortuna de Cachassa". Entusiasmado por el efecto del relato en los visitantes, Tunino apura otra historia: "Aquí nomás había un barrio de negros mulatos. Venían a la pulpería muy seguido. ¿Te acordás -le dice a Rossi, que tiene 27 años- del Negro Luis? ¿Y del Negro Macho? Este era bravo? mató a cuatro de los suyos? Fue para vengarse porque habían matado a la cacica Juana, una vieja de más de 90 años. Las peleas entre ellos los fueron alejando. En tiempos de Perón se empezaron a ir".

Hoy Los Ombúes reúne a viejos memoriosos, peones de campo y parejas de jóvenes que llegan en moto por las tardes para tomar una gaseosa o usar el preciado teléfono público. El almacén abre todos los días. Cierra cuando se va el último cliente. La memoria histórica del lugar está a la vista: en los bandos y medallas que cuelgan de sus paredes, en los banquitos de madera, en la voz de los que nunca dejaron de frecuentarla. Meca de los cientos de visitantes que cada fin de semana visitan Tomás Jofré (a 15 km de Mercedes, sobre la ruta nacional 5), está el restaurante del viejo almacén Pedro Silvano.

La fama de la casa de comidas supera ampliamente la que tuvo en su momento el exquisito almacén, que se conserva intacto y a oscuras. El menú de Silvano, hoy en manos de Domingo Silvano, nieto de Don Pedro y de la Abuela Enriqueta, es el mismo desde hace décadas. Se sirve entrada de fiambres, ravioles con estofado y variedad de frutas en almíbar. Todo por veinte pesos.

La visita de las 4 x 4

Los fines de semana, sus paredes de ladrillo casi ni se distinguen desde la calle: están tapadas por las camionetas 4x4 que estacionan junto al viejo palenque. "Mi abuelo Pedro llegó de Italia en 1905. Era piamontés, de Castel San Pietro, lo mismo que su señora, Enriqueta Gatti. Se establecieron en Tomás Jofré en 1907 y como la abuela conocía el oficio de cocinera y el abuelo había trabajado en una fábrica de chacinados ese mismo año inauguraron la primera fábrica de chacinados y embutidos de Mercedes.

"En 1924 abrieron un almacén de ramos generales que daba de comer a los paisanos y que también servía para los banquetes de bodas, las despedidas de soltero o la de los muchachos que iban a hacer la conscripción. Todos los meses de diciembre, llegaban a lo de Silvano el cura y el juez de paz para bautizar, casar o dar la comunión a los lugareños. "La abuela Enriqueta cocinaba para todos -dice Willi Maggiolo, sobrino de Domingo y responsable de la restauración que mantiene a Silvano en su línea arquitectónica tradicional-. Ahora la cocina está en manos de mis primas", cuenta. Maggiolo está restaurando lo que fue el salón de fiestas que lindaba con el almacén, donde hoy se apiñan las mesitas de los comensales.

"Se trata de recuperar los materiales originales de las paredes en una tarea de mantenimiento y protección -dice-. Está previsto reacomodar también el almacén, la idea es que vuelva a funcionar como en sus épocas de oro, entre los años 30 y 50." El almacén, al que se accede desde una puerta pequeña que está en el salón comedor, estuvo cerrado por décadas. Pero se mantiene intacto: con su colección de 900 botellas, su balanza de precisión, los muebles de madera que servían para la venta de granos, fideos y azúcar, y el bello mostrador que sirvió por casi ochenta años.

Con la foto de Maradona

Pósters de El Gráfico empapelan las paredes de La pulpería de Cacho. Hay fotos de diversas formaciones de Boca y de Maradona con la camiseta xeneize; entre ellas se cuelan las carbonillas con motivos criollos: caballos y paisanos de pañuelo en cuello. Cacho también luce, impecable, pañuelo al cuello. Nació en el boliche y dice con cierta arrogancia: "Yo atiendo la última pulpería".

Cacho Di Catarina cuenta que la pulpería funcionaba ya en 1830, en plena época de malones y resistencia federal. De hecho, en tiempos de la Campaña al Desierto, Mercedes, la localidad en la que se asienta el boliche, era el último mojón de la civilización.

No se sabe, con todo, quién fundó la posta, hoy conocida como La Pulpería de Cacho. Hijo de Domingo y de Figenia, Cacho dice que lleva en sus venas, por rama materna, sangre de los indios pampa.

Esta pulpería conserva el espíritu de los boliches de antaño. De hecho, allí se filmó la película Don Segundo Sombra, de Manuel Antín. Pero el lugar no se resigna a ser una pintura histórica: "Aquí todas las semanas hay peñas folclóricas, campeonato de bochas, fútbol y desafíos de truco y tute cabrero", dice Cacho.

Un tal Juan Moreira

Aseguran que esta pulpería no cerró ni en las peores circunstancias y que sobrevivió a más de 45 inundaciones. Algunos creen recordar que los parroquianos eran tan fieles al espíritu pulpero que llegaban hasta la puerta en bote para tomarse una ginebra, aunque tuvieran el agua a la cintura. En verano, cuando el calor de la pampa invade todos los rincones, se mezclan allí el olor a humedad, el sabor de un aperitivo fresco y el unteado de alguna guitarra. Entonces, Cacho extrae sus tesoros: un lechoncito nonato que guarda en formol, fotos y unas hojas amarillentas Se trata de un bando original de 1874 con la orden de captura del gaucho Juan Moreira. "El asesino -se lee- es de estatura regular, más bien alto y grueso, de color blanco colorado, ojeroso y con marcas de viruela." ?

Cómo llegar sin el caballo

La pulpería San Gervasio está en la localidad de Campodónico, 75 km al norte de Azul y a 299 de Capital. Para llegar a la posta, desde Azul, hay que tomar la ruta nacional Nº 3 hasta Cacharí. Donde empalma la ruta nacional Nº 50, tomar un camino sin asfaltar, pero en buen estado, hasta Campodónico.

Para visitar El Recreo hay que viajar a Chivilcoy, a 160 km de Capital. Tomando la ruta nacional Nº 5, en dirección oeste, se encuentra el viejo almacén de ramos generales.

Si uno viaja a Los Ombúes desde Capital, tomarla Panamericana y avanzar por el ramal Zárate hasta la ruta 193 (Solís). A partir de allí hacer 18 km por el camino que va a Chenaut, girar a la derecha hacia Andonaegui y hacer otros 6 km. Silvano está en Tomás Jofré, a 15 km de Mercedes, sobre la ruta nacional Nº 5, en la localidad de Jorge Born.

La pulpería de Cacho está en Mercedes. 

Sobre la nota

Esta nota sobre las pulperías fue producida por las autoras en el marco de la Maestría en Periodismo de Clarín y la Universidad de San Andrés. ..."

Tomado de:  Clarín.
 
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