Me encanto esta nota... me trae buenos recuerdos de mi infancia y mi adolescencia, como dice el tango: "...Cómo no hablar de Buenos Aires, si es una manera de saber quién soy..."
"...SALIDAS: RECORRIDO POR RINCONES CURIOSOS Y POCO CONOCIDOS
Buenos Aires, una ciudad para descubrir con ojos de niño
La escultura de Caperucita, una calle con nombre de payaso, la casa más chica, el canto de las aves en el Museo Larreta, son algunas de las propuestas para recorrer los barrios de la mano de los chicos.
Jéssica Fainsod.
jfainsod@clarin.com
Quién podría creer que Caperucita Roja haya elegido los bosques de Palermo para llevar su cesta cargada de comida a su abuelita enferma? ¿Y que haya una casa en San Telmo que sólo mide 2,5 metros de ancho? A partir de estas curiosidades, Clarín armó junto con historiadores, licenciados en educación y arquitectos un mapa de la ciudad para los chicos. Si se agudizan los sentidos, en Buenos Aires se pueden encontrar tesoros de cuentos de hadas.
Las estatuas. Nuestra Caperucita fue cincelada por el escultor francés Carlus cuando viajó a la Argentina en 1937. Tiene una linda cara, largos bucles y lleva una canasta con un frasco de dulce y una torta. El lobo espía por detrás. Primero estuvo en la Plaza Lavalle hasta 1972. Luego la dejaron en el bosque, como en el cuento. Pero no tiene placa, porque se la robaron. Cerca hay una calesita, hamacas y un túnel para jugar.
Aunque en realidad es un yaguareté, todos le dicen "el puma". No deja de rugir en el Parque Chacabuco. Hace unos años lo trasladaron al Zoo, pero los vecinos protestaron y la escultura volvió al barrio.
El Zoológico no sólo tiene animales. También sabe "marcar las horas apacibles". Eso es lo que escribió en latín Tubary, el escultor que creó un reloj solar.
Las calles. "Pasarás, pasarás, pero el último quedará". Es el canto obligado de quienes caminan por las cinco cuadras que se llaman Martín Pescador y que tienen forma de puente, igualito al que hay que hacer en el juego. Queda en Villa del Parque, entre Arregui y Alvarez Jonte.
Con el nombre del payaso más famoso de nuestra ciudad bautizaron otra calle: Frank Brown fue acróbata y director de circo. Caperucita también tiene una cortada en Parque Chacabuco, entre Picheuta y Centenera.
Y los fines de semana se dejan ver las marionetas por la calle de los títeres, dentro del Centro Cultural del Sur. El lugar fue el primer parador de carretas.
Curiosidades. La casa mínima de San Telmo, con un frente de sólo 2,5 metros, tiene unos 150 años y cuentan que vivieron allí los esclavos liberados.
Para no creer. El muñeco aquel que por decir mentiras le crece la nariz tiene un club de admiradores. El club Pinocho se creó en 1925: allí se exhiben muñecos de todo el mundo de madera y cerámica.
En la biblioteca La Nube sólo se admiten libros para chicos. De hecho hay más de 60.000. Y muchos juguetes, teatros de títeres y muñecas.
¡Una calesita con caballitos de madera en el jardín de casa! Sí y según su dueño, don Luis Rodríguez, "es la más antigua".
Paseos. Hay lugares donde la música entra por los ojos. Es el caso del Parque de Agronomía. Allí, sin pedir permiso, se escuchan los sonidos de las aves, o del señor que vende pirulines. Un dato: las calles tienen nombres de árboles.
No es necesario hablar en japonés para ir al Jardín Japonés. Impactan los colores de sus 800 aza leas, sus puentecitos maravillosos desde donde se les puede dar de comer a los peces Koi, que nadan contra la corriente y que "viven más de 200 años", como aseguran sus cuidadores. Av. Figueroa Alcorta y Av. Casares, Palermo. Entrada: $ 1 los mayores de 6 y $ 3 los mayores de 10.
Los jardines del Museo Larreta son habitados por más de 30 especies de pájaros. Allí realizan avistajes de aves. Se escucha mucho el zorzal todo el día y las cotorras al atardecer. Juramento 2291, Belgrano. De viernes a martes, de 15 a 19. Vale $ 1.
El tranvía eléctrico de la ciudad hizo su primer viaje hace más de 100 años. Aunque en febrero de 1963 circuló el último, aún se puede subir a uno los fines de semana y recorrer 20 cuadras por las calles de Caballito. El viaje dura 15 minutos. Emilio Mitre 568, gratis.
El paseo en mateo es otro clásico. El viaje, de 35 minutos, atraviesa el Rosedal, los lagos de Palermo y el Hipódromo. Es como mirar la ciudad desde arriba de otra época. Sale de la puerta del Zoológico. Cuesta $ 20 para seis personas.
Arboles históricos. ¿Cuántas cosas habrán visto los ojos de los árboles? Seguro que en cada barrio hay por lo menos uno que tiene historias jugosas para relatar. Por ejemplo, en el jardín de la escuela Guillermo Rawson, Humberto Primo 1343, Constitución, hay unas bellas magnolias que tienen unos 200 años y son Monumento Histórico.
Manuelita Rosas plantó un árbol en los jardines de su casa, en 1838. Lo llaman "Aromo del Perdón", porque debajo de sus hojas le pedía a su padre Juan Manuel que perdonara a los condenados. Av. del Libertador y Sarmiento.
En la Plaza Lavalle hay un gomero que ostenta una brillosa placa dedicada al "árbol amigo". También hay un monumento a una pelota de fútbol.
El árbol de los dinosaurios: el Ginkgo biloba, es una especie de la época del Jurásico. También le dicen árbol de la vida, porque después del ataque a Hiroshima brotó solo. Fue traído desde China y está en el Jardín Botánico.
Muchas otras maravillas están a la vista de quienes quieran encontrarlas. Sólo se trata de recorrer las sombras, los rincones y objetos de Buenos Aires con ojos de niño..."
"...PUNTO DE VISTA
Cómplices
Daniel Aller.
A veces son los chicos quienes, cuando menos lo esperamos, nos llevan hasta lugares maravillosos, desconocidos, o al menos olvidados. Y otras, debemos ser los mayores los encargados de conducirlos hasta donde todavía no han llegado. Para que ellos nos devuelvan, como en el codiciado espejo de Erised (ése que aparece en Harry Potter y la piedra filosofal), la imagen soñada. La del asombro en sus ojazos llenos de fantasía. Buenos Aires es el espacio cómplice para conseguirlo. Sólo basta recorrerlo..."
Fuente: Clarín.
"...SALIDAS: RECORRIDO POR RINCONES CURIOSOS Y POCO CONOCIDOS
Buenos Aires, una ciudad para descubrir con ojos de niño
La escultura de Caperucita, una calle con nombre de payaso, la casa más chica, el canto de las aves en el Museo Larreta, son algunas de las propuestas para recorrer los barrios de la mano de los chicos.
Jéssica Fainsod.
jfainsod@clarin.com
Quién podría creer que Caperucita Roja haya elegido los bosques de Palermo para llevar su cesta cargada de comida a su abuelita enferma? ¿Y que haya una casa en San Telmo que sólo mide 2,5 metros de ancho? A partir de estas curiosidades, Clarín armó junto con historiadores, licenciados en educación y arquitectos un mapa de la ciudad para los chicos. Si se agudizan los sentidos, en Buenos Aires se pueden encontrar tesoros de cuentos de hadas.
Las estatuas. Nuestra Caperucita fue cincelada por el escultor francés Carlus cuando viajó a la Argentina en 1937. Tiene una linda cara, largos bucles y lleva una canasta con un frasco de dulce y una torta. El lobo espía por detrás. Primero estuvo en la Plaza Lavalle hasta 1972. Luego la dejaron en el bosque, como en el cuento. Pero no tiene placa, porque se la robaron. Cerca hay una calesita, hamacas y un túnel para jugar.
Aunque en realidad es un yaguareté, todos le dicen "el puma". No deja de rugir en el Parque Chacabuco. Hace unos años lo trasladaron al Zoo, pero los vecinos protestaron y la escultura volvió al barrio.
El Zoológico no sólo tiene animales. También sabe "marcar las horas apacibles". Eso es lo que escribió en latín Tubary, el escultor que creó un reloj solar.
Las calles. "Pasarás, pasarás, pero el último quedará". Es el canto obligado de quienes caminan por las cinco cuadras que se llaman Martín Pescador y que tienen forma de puente, igualito al que hay que hacer en el juego. Queda en Villa del Parque, entre Arregui y Alvarez Jonte.
Con el nombre del payaso más famoso de nuestra ciudad bautizaron otra calle: Frank Brown fue acróbata y director de circo. Caperucita también tiene una cortada en Parque Chacabuco, entre Picheuta y Centenera.
Y los fines de semana se dejan ver las marionetas por la calle de los títeres, dentro del Centro Cultural del Sur. El lugar fue el primer parador de carretas.
Curiosidades. La casa mínima de San Telmo, con un frente de sólo 2,5 metros, tiene unos 150 años y cuentan que vivieron allí los esclavos liberados.
Para no creer. El muñeco aquel que por decir mentiras le crece la nariz tiene un club de admiradores. El club Pinocho se creó en 1925: allí se exhiben muñecos de todo el mundo de madera y cerámica.
En la biblioteca La Nube sólo se admiten libros para chicos. De hecho hay más de 60.000. Y muchos juguetes, teatros de títeres y muñecas.
¡Una calesita con caballitos de madera en el jardín de casa! Sí y según su dueño, don Luis Rodríguez, "es la más antigua".
Paseos. Hay lugares donde la música entra por los ojos. Es el caso del Parque de Agronomía. Allí, sin pedir permiso, se escuchan los sonidos de las aves, o del señor que vende pirulines. Un dato: las calles tienen nombres de árboles.
No es necesario hablar en japonés para ir al Jardín Japonés. Impactan los colores de sus 800 aza leas, sus puentecitos maravillosos desde donde se les puede dar de comer a los peces Koi, que nadan contra la corriente y que "viven más de 200 años", como aseguran sus cuidadores. Av. Figueroa Alcorta y Av. Casares, Palermo. Entrada: $ 1 los mayores de 6 y $ 3 los mayores de 10.
Los jardines del Museo Larreta son habitados por más de 30 especies de pájaros. Allí realizan avistajes de aves. Se escucha mucho el zorzal todo el día y las cotorras al atardecer. Juramento 2291, Belgrano. De viernes a martes, de 15 a 19. Vale $ 1.
El tranvía eléctrico de la ciudad hizo su primer viaje hace más de 100 años. Aunque en febrero de 1963 circuló el último, aún se puede subir a uno los fines de semana y recorrer 20 cuadras por las calles de Caballito. El viaje dura 15 minutos. Emilio Mitre 568, gratis.
El paseo en mateo es otro clásico. El viaje, de 35 minutos, atraviesa el Rosedal, los lagos de Palermo y el Hipódromo. Es como mirar la ciudad desde arriba de otra época. Sale de la puerta del Zoológico. Cuesta $ 20 para seis personas.
Arboles históricos. ¿Cuántas cosas habrán visto los ojos de los árboles? Seguro que en cada barrio hay por lo menos uno que tiene historias jugosas para relatar. Por ejemplo, en el jardín de la escuela Guillermo Rawson, Humberto Primo 1343, Constitución, hay unas bellas magnolias que tienen unos 200 años y son Monumento Histórico.
Manuelita Rosas plantó un árbol en los jardines de su casa, en 1838. Lo llaman "Aromo del Perdón", porque debajo de sus hojas le pedía a su padre Juan Manuel que perdonara a los condenados. Av. del Libertador y Sarmiento.
En la Plaza Lavalle hay un gomero que ostenta una brillosa placa dedicada al "árbol amigo". También hay un monumento a una pelota de fútbol.
El árbol de los dinosaurios: el Ginkgo biloba, es una especie de la época del Jurásico. También le dicen árbol de la vida, porque después del ataque a Hiroshima brotó solo. Fue traído desde China y está en el Jardín Botánico.
Muchas otras maravillas están a la vista de quienes quieran encontrarlas. Sólo se trata de recorrer las sombras, los rincones y objetos de Buenos Aires con ojos de niño..."
"...PUNTO DE VISTA
Cómplices
Daniel Aller.
A veces son los chicos quienes, cuando menos lo esperamos, nos llevan hasta lugares maravillosos, desconocidos, o al menos olvidados. Y otras, debemos ser los mayores los encargados de conducirlos hasta donde todavía no han llegado. Para que ellos nos devuelvan, como en el codiciado espejo de Erised (ése que aparece en Harry Potter y la piedra filosofal), la imagen soñada. La del asombro en sus ojazos llenos de fantasía. Buenos Aires es el espacio cómplice para conseguirlo. Sólo basta recorrerlo..."
Fuente: Clarín.
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