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lunes, septiembre 15, 2003

¿El miedo como tendencia en la moda? Si, por extraño que resulte, parece que eso marcará el como nos veremos pronto...

"...NUEVAS TENDENCIAS DE LA MODA EN LA COLECCION 2004

Se viene el estilo "paranoico": la ropa adaptada a los miedos

La inseguridad mundial aparece como una marca cultural en la temporada primavera-verano 2004. Las principales características de este fenómeno y la opinión de especialistas en diseño e indumentaria.

Por: Patricia Kolesnicov. pkolesnicov@clarin.com

El miedo mueve montañas, se sabe. Planta rejas, cerraduras, barreras. Mueve costumbres que se podía suponer eternas. Incluso mueve tijeras, agujas, maneras de vestirse. La moda habla, dicen los que la hacen y los que la interpretan. La que se verá en vidrieras para este verano nos habla del miedo. Por eso los cuellos serán más altos, los colores opacos, los pantalones tendrán muchos bolsillos y terminarán en puños, los tacos serán bajos. Acaso como una búsqueda de alivio, vienen reminiscencias orientales y alusiones a la ropa interior.

"Se cayeron las Torres, ocurrió la guerra de Irak. Europa y Estados Unidos, donde se producen las tendencias, están convulsionados. De golpe hay un gran miedo y eso se ve en las colecciones masivas", dice la socióloga Susana Saulquin, de la carrera de Diseño de Indumentaria de la UBA. "La nueva colección —explica— es una colección de protección: todos los cuellos suben: el cuello siempre es necesidad de protegerse del otro. También pasa en los pantalones, que se cierran con puños. Y las barrigas ya no se van a ver".

Otra tendencia es la funcionalidad: conviene llevar las cosas encima —por eso los bolsillos— y usar zapatos bajos, por si hay que salir disparando. La inseguridad llega a los colores: "Los colores están atenuados para no llamar la atención. En el Norte, sos blanco de atentados y acá te pueden secuestrar. Entonces, para el verano, colores caídos: rosa, bordó, marroncito", dice Saulquin.

Las tendencias se instalan y se van en ciclos que duran cuatro años. Según Saulquin, antes del atentado a las Torres, era muy diferente la relación de las personas con la ropa: "Más amable pero también más frívola, más orientada hacia el otro, a mostrar que soy joven y estoy espléndido; por eso había trajecitos, ropa con muchos accesorios que no era funcional. Ahora se le exige más a la ropa". ¿Será así? Los diseñadores de Paula Cahen d'Anvers anuncian que la de este año será "una colección de líneas frescas, clara y cómoda".

¿Lo que uno se pone habla de lo que le pasa? "La vestimenta constituye a la persona, la persona no es otra cosa que esa imagen deseada en la que el vestido nos permite creer", escribió el semiólogo Roland Barthes en su libro El sistema de la moda . Si eso se puede trasladar a una sociedad, es razonable preguntarse qué imagen estamos adoptando y cómo se dan en realidades diferentes.

Pero no se diseña de manera aislada. Local, global, local, las grandes tendencias son armadas por unas cuantas empresas que se pasan el año caminando por las calles de ciudades de todo el mundo, relojeando lo que usa la gente común, midiendo humores, tratando de descifrar el deseo que late. Después vuelven al búnker: en Nueva York, en Londres, en París, en Milán, ponen todo sobre la mesa y sintetizan la tendencia. Una para todos. Las marcas transnacionales pagan caro por ese trabajo. Eso es lo que se verá —primero en el Norte, después en el Sur— en todas las vidrieras. Es decir: la moda propone una concentración. ¿Existe un espacio para los matices? "Claro que las cosas se adaptan —dice Saulquin—. Acá, después de 2002, hay más ganas de vivir. Por eso cuando preparamos la paleta de colores incluimos 'soleados', que son un poco más fuertes".

Se adapta o se crea. Eso hace el diseño alternativo, que no desconoce las tendencias pero teje un puño, cambia materiales.

El miedo como eje, sí, pero la respuesta puede variar. "Vivimos en un mundo globalizado. Hay miedo y hay una necesidad de usar algo alegre, fresco, liviano. De ahí los estampados hawaianos, la influencia de lo deportivo; eso puede servir para salir corriendo pero también refleja el deseo de una vida más informal, más relajada", dice Carolina Ainstein, diseñadora de la marca Uma.

En ese sentido, el de gambetear el miedo con la cintura del erotismo, entiende Ainstein que hay que interpretar los aires orientales de las remeras y camisas cruzadas como kimonos y el uso de telas sedosas, propias de la ropa interior: "Cuando el mundo íntimo se vuelve muy agresivo, se busca refugio en lo privado".

Quizá llevamos nuestros sentimientos y nuestro tiempo encima. El escritor español Vicente Verdú escribió: "La moda es como una endorfina que segrega la posmodernidad sobre el cuerpo dolorido del planeta. Gracias a la sutura que proporciona la infinita continuidad de la pasarela, los conflictos quedan traspasados por una rosada vena de morfina estética"..."

Fuente: Clarin.
 
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