Una tradición que tiende a desaparecer y que este Museo espera preservar. El encanto que jamás tendrán las asépticas botellas de soda...
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El señor de los sifones
Luis Taube, mentor del Museo de la Soda, en Berisso
El sifón, ese viejo conocido de la mesa familiar argentina, tiene quien lo coleccione. Desde el Club del Sifón, que agrupa casi 100 coleccionistas y hasta varios puestos en la feria de antigüedades de la Plaza Dorrego, en San Telmo, así lo certifican.
Objeto de forma particular, despierta cierta nostalgia con su botellón y su cabeza similar a la de un raro pájaro. Aunque hay también de formas más extrañas. Algo de esto parece haber seducido a Luis Alberto Taube, presidente del mencionado club (info@clubdelsifon.com.ar) y también mentor del Museo de la Soda ( www.museodelasoda.com.ar ), que acumula y clasifica sifones como pocos. "Me dediqué a coleccionar sifones porque noté que la historia de las soderías argentinas se iba a perder, ya que nadie se había tomado el trabajo de hacer algo así."
Con burbujeante ánimo, Taube colecciona sifones desde 1990, año que señala como "clave", ya que entonces "se comenzaron a cambiar los de vidrio por los de plástico".
Colores y formas
La afición de Taube (que tiene su propia empresa de demoliciones) lo llevó a inaugurar en noviembre de 2001 el Museo del Sifón, en la localidad bonaerense de Berisso. Allí, además de diversos elementos del mundo soda, como máquinas llenadoras industriales y familiares, limpiabotellas, cubre y portasifones, publicidades antiguas, bibliografía y cajones de madera, chapa y plástico, y hasta una billetera original de sodero, hay una colección de cerca de 3400 sifones, procedentes de diferentes partes del mundo, con distintas capacidades (uno, tres cuartos y medio litro), formas (lisas, talladas y esmaltadas) y colores (azul, rosa, verde, gris, marrón).
De todos esos elementos, Aube destaca como más valiosos dos sifones doble bocha, uno inglés y otro francés, y una máquina inglesa para llenado de fines del siglo XIX. En el mercado, los valores de las piezas según su estado de conservación, procedencia o forma, entre otras variables, pueden ir de los 10 o 15 pesos por los más simples, a los 100 o 150 dólares por alguna pieza especial. Aunque sólo en pocos países del mundo perdura la soda en sifón, sí existen coleccionistas diseminados por España, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza y los Estados Unidos.
Visitar el museo de Taube es toda una experiencia. Los porteños interesados tendrán a partir de pasado mañana y hasta el 14 del mes próximo la posibilidad de admirar parte de su colección (apenas unos 300 sifones) en la casa de antigüedades de Pablo Pastrana, Humberto Primo y Bolívar.
Luis Ini..."
Fuente: La Nación.
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El señor de los sifones
Luis Taube, mentor del Museo de la Soda, en Berisso
El sifón, ese viejo conocido de la mesa familiar argentina, tiene quien lo coleccione. Desde el Club del Sifón, que agrupa casi 100 coleccionistas y hasta varios puestos en la feria de antigüedades de la Plaza Dorrego, en San Telmo, así lo certifican.
Objeto de forma particular, despierta cierta nostalgia con su botellón y su cabeza similar a la de un raro pájaro. Aunque hay también de formas más extrañas. Algo de esto parece haber seducido a Luis Alberto Taube, presidente del mencionado club (info@clubdelsifon.com.ar) y también mentor del Museo de la Soda ( www.museodelasoda.com.ar ), que acumula y clasifica sifones como pocos. "Me dediqué a coleccionar sifones porque noté que la historia de las soderías argentinas se iba a perder, ya que nadie se había tomado el trabajo de hacer algo así."
Con burbujeante ánimo, Taube colecciona sifones desde 1990, año que señala como "clave", ya que entonces "se comenzaron a cambiar los de vidrio por los de plástico".
Colores y formas
La afición de Taube (que tiene su propia empresa de demoliciones) lo llevó a inaugurar en noviembre de 2001 el Museo del Sifón, en la localidad bonaerense de Berisso. Allí, además de diversos elementos del mundo soda, como máquinas llenadoras industriales y familiares, limpiabotellas, cubre y portasifones, publicidades antiguas, bibliografía y cajones de madera, chapa y plástico, y hasta una billetera original de sodero, hay una colección de cerca de 3400 sifones, procedentes de diferentes partes del mundo, con distintas capacidades (uno, tres cuartos y medio litro), formas (lisas, talladas y esmaltadas) y colores (azul, rosa, verde, gris, marrón).
De todos esos elementos, Aube destaca como más valiosos dos sifones doble bocha, uno inglés y otro francés, y una máquina inglesa para llenado de fines del siglo XIX. En el mercado, los valores de las piezas según su estado de conservación, procedencia o forma, entre otras variables, pueden ir de los 10 o 15 pesos por los más simples, a los 100 o 150 dólares por alguna pieza especial. Aunque sólo en pocos países del mundo perdura la soda en sifón, sí existen coleccionistas diseminados por España, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza y los Estados Unidos.
Visitar el museo de Taube es toda una experiencia. Los porteños interesados tendrán a partir de pasado mañana y hasta el 14 del mes próximo la posibilidad de admirar parte de su colección (apenas unos 300 sifones) en la casa de antigüedades de Pablo Pastrana, Humberto Primo y Bolívar.
Luis Ini..."
Fuente: La Nación.
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