Expedientes ALFA - OMEGA

Misterio e intriga de principio a fin... curiosidades, hechos bizarros e increibles, lo "paranormal": todo lo diferente a la cotidianeidad tiene lugar en esta bitacora de fenomenos e interrogantes de dificil respuesta... porque ¡aún no hemos perdido la capacidad de asombro!

sábado, mayo 01, 2004

Tango - Novelas, novelas sobre tango...

"...FENOMENOS

Novelas que bailan tango

Tres novelas recientes ?de Tom?s Eloy Mart?nez, de Federico Andahazi y de Juan Terranova? abordan ambientes y personajes del tango. Y lo tratan como a un objeto cultural prestigioso y con un respeto alejado del desd?n y de las iron?as que en su momento le dedicaron Arlt, Cort?zar o Marechal.

Vicente Muleiro.

Si se tipean las palabras "tango" y "novela" en la ventana de un buen buscador de internet, en menos de un segundo aparecer?n unas 19.200 referencias. Es probable que en alg?n rinc?n de esa galaxia verbal est? inscripta una trajinada pero ceretera definici?n: "el tango es una novela de tres minutos". Y es seguro que una gran cantidad de esas referencias pertenecer?n a las ?ltimas semanas. En la Argentina la palabra "tango" danza en el cyberespacio, en las librer?as y en las mesas de la Feria del Libro.

Es que han aparecido dos novelas, El cantor de tangos (Planeta) de Tom?s Eloy Mart?nez, y Errante en la sombra (Alfaguara) de Federico Andahazi, que han trepado a la lista de best sellers y que se suman a otra nov?sima del tambi?n nov?simo Juan Terranova, El bailar?n de tango (Ediciones del Drag?n). El terceto garantiza cortes, quebradas, voces aguardentosas, tragedias sombr?as y una Buenos Aires revistada hasta sus heces.

Las p?ginas de estas tres ficciones se suman a una tradici?n. El tango ?"voz africana, corrupci?n de shango, dios del trueno y de las tempestades entre los negros yorubas de Nigeria", seg?n arriesga el Diccionario de Argentinismos? y la novela vienen de un matrimonio de d?cadas que no por duradero luce esclerosado. Poco ten?a a?n la canci?n popular urbana de estetizaci?n for export cuando los socialistas y anarquistas de 1920 reunidos en torno de la revista "Claridad" (Le?nidas Barletta, El?as Castelnuovo, Alvaro Yunque, C?sar Tiempo, entre otros que iban y ven?an del grupo Boedo) se acercaron a los temas y personajes del suburbio. Y con ello a sus t?picos m?s reivindicativos: las soledades sin consuelo de los pibes pobres, las melancol?as de los amores de esquina perdidos en manos de quienes ten?an la botonera para encender las tramposas luces del centro, o la cr?tica al "ni?o bien pretencioso y engrupido", figura que concentr? el rechazo al acercamiento entre el tango y la oligarqu?a porte?a.

Redentoristas, program?ticamente ideol?gicos, en los boedistas el got?n aparece con los compases de la cr?tica social, como un gui?o cordial entre el escritor y el pueblo, sujeto activo de solidaridades y esperanzas y deseado depositario de la l?nea pol?tica. Ya no ser? as? cuando la novel?stica argentina comience a dispararse hacia sus cumbres.

Roberto Arlt no abunda en alusiones tangueras. Pero cuando menta al dos por cuatro en El juguete rabioso (1926) no ser? precisamente en clave salv?fica sino como banda de sonido de las ca?das vitales de los bajos fondos. El traicionado Rengo, ingenuo amigo del protagonista Silvio Astier, prepara sus correr?as delictivas tarareando tangos. En Los Lanzallamas, cuando Haffner, El Rufi?n Melanc?lico, agoniza, recuerda o delira que en ese mismo momento sus habituales contertulios mafiosos est?n preparando un picnic con escolazo en el Bajo Belgrano, al sur de Boedo o en Vicente L?pez. Su alucinaci?n es precisa: "el moreno Amargura desenfarda el bandone?n y en el pasto verde se destrenza el tango, negro ritmo de carnaza sensual y angurrienta". Bien. ?hace falta decir que no hay piedad tanguera en Arlt? Antes que piedad se participa de la mirada despectiva de ciertos sectores medios y altos hacia la m?sica de origen prostibulario.

Otra es la marca que el tango sobrelleva en Ad?n Buenosayres (1948) de Leopoldo Marechal. En esa novela de impulso joyceano, para describir la ciudad al lector en tono celebratorio, se comienza precisamente con la cita de "El pa?uelito blanco/ que te ofrec?/ bordado con mi pelo". Pero la m?sica popular retorna por excelencia en el Ad?n durante el velorio del padre de La Beba, en Saavedra, donde en t?rminos de lenguaje Marechal hace un homenaje estilizando la letr?stica del g?nero. Pero por otra parte le discute al tango su impronta de forjador de identidad tom?ndolo en solfa. El malevaje aparece as? como posando para un grotesco.

En su novel?stica, Julio Cort?zar, acude a retaceadas y espinosas citas tangueras. Su actitud se aproxima a los gestos desde?osos de Arlt. En Los Premios (1960) el tango llega de la mano de Pelusa, cuando los ganadores del concurso que los llevar? de viaje se re?nen en un caf? elegante de la Avenida de Mayo. Con orgullo arrabalero, el Pelusa, a trav?s de su familiaridad con el tango, marca su diferencia de clase ante "los pitucos" que viajar?n con ?l. Como se sabe en Rayuela (1963) reina el jazz por las calles de Par?s. Fuera de alguna menci?n al pasar, el tango reci?n se presenta cuando el protagonista Horacio Oliveira regresa a Buenos Aires y se reencuentra con Traveler, su amigo de la secundaria. El cosmopolita Oliveira debe "soportar" las melod?as de arrabal que su amigo empu?a con su guitarra como Malevaje y Cotorrita de la suerte. Esta visi?n burlona se disolver? en Cort?zar pero no en la novel?stica, sino en Un got?n para Lautrec, un texto preparado para un libro de Hermengildo S?bat. All? se rinde incondicionalmente y lo relaciona con sus m?s caros gustos y sentimientos.

Ser?n los narradores de los a?os 50 (Bernardo Kordon, con Alias Gardelito, Bernardo Verbitsky con Calles de tango, Joaqu?n G?mez Bas con Barrio Gris) quienes reelaboren el realismo del Grupo Boedo y recuperen una presencia m?s plena del tango, como clave de conflictos pero tambi?n como una po?tica popular posible. Ernesto Sabato en Sobre h?roes y tumbas (1961) participar? de esta perspectiva donde la m?sica del suburbio se mezcla con el destino nacional en lo bueno y en lo malo hasta adquirir una dimensi?n metaf?sica. En esa misma novela la figura de Carlos Gardel surgir? como un icono consolador tras el descenso a los infiernos de su protagonista, Mart?n, cuando luego de perder a Alejandra Vidal Olmos para siempre es asistido por una mujer de pueblo que tiene una imagen del cantor en su cuarto.

M?s cerca, Manuel Puig en Boquitas pintadas (1969), t?tulo extra?do del tango-foxtro Rubias de New York que Gardel interpreta en la pel?cula Tango en Brodway ("Deliciosas criaturas perfumadas/quiero el beso de sus boquitas pintadas") presenta a los ritmos urbanos de Buenos Aires asimilados al sentimentalismo folletinesco, la elusiva promesa sensual, la teleteatral mezcla de amores contrariados.

El cruce tango-novela es, ya lo sabemos, m?ltiple. A ?l acudi? poco antes de morir Pedro Orgambide con Un tango para Gardel donde un sobreviviente del desastre a?reo de Medell?n desempolva secretos y misterios, entre ellos un diario in?dito de Alfredo Le Pera. La tentaci?n de apelar al tango es inmensa, hacia adentro y hacia fuera. La novela Sucesos argentinos con la que Vicente Battista que se alz? con el premio Planeta en 1995 y donde aparecen citados los versos de Balada para un loco de Piazzola y Ferrer, fue traducida por Gallimard para los franceses como El tango del hombre de paja. Tambi?n, alguna vez el escritor y periodista Juan Sasturain record? la presencia de las letras de tango en los t?tulos de las novelas argentinas. Aqu? unos ejemplos: Ni el tiro del final (Jos? Pablo Feinmann); Una sombra ya pronto ser?s y No habr? m?s pena ni olvido (Osvaldo Soriano); Tinta roja (Jorge Manzur); La reina del plata (Bernardo Kordon); Sombras nada m?s, t?tulo de Antonio Di Benedetto recientemente reiterado en su ?ltima novela por el nicarag?ense Sergio Ram?rez.

A la fascinaci?n no le esquivaron escritores espa?oles como Almudena Grandes que hizo un best seller de Malena es un nombre de tango ni Manuel V?zquez Montalb?n que le rinde copiosos homenajes en Quinteto de Buenos Aires .

Por lo tanto esta ola tanguera-novel?stica de hoy tiene en qu? apoyarse. M?s aun si en la Buenos Aires del 2004 los emprendimientos comerciales ligados al tango ?desde las milongas hasta la fabricaci?n de souvenirs? facturan 30 millones de d?lares al a?o, un diez por ciento de lo que se factura en el mundo entero.

Los escritores, entonces, no escapan a ese influjo milonguero en su acepci?n actual, vastamente mitificada por el paso del tiempo, la difusi?n mundial y capas varias de maquillaje estetizante. Es ya en ese empaque m?tico que es tomado por Tom?s Eloy Mart?nez en El cantor de tangos, donde se persigue a un int?rprete impar ?inspirado sin disimulo en Luis Cardei? para ir develando las claves de una ciudad imposible y bella y de una sociedad incomprensible en su derrotero pol?tico ?la crisis del 2001 es aqu? el tel?n de fondo? pero tambi?n atrapante y misteriosa en su ser y en sus posibilidades.

Federico Andahazi en Errante en la sombra, redobla la apuesta ornamental del tango con una prosa que por momentos parece de entonaci?n gardeliana, m?s aun con sus sesenta letras escritas ad hoc. Con destino de comedia musical, a cuyo veros?mil el escritor acude, la novela conecta con las l?neas tendidas por el melodrama de Puig y tiene, con la de Mart?nez, notables puntos de contacto en las referencias: la sombra de Gardel, la presencia de organizaciones extranjeras dedicadas a la prostituci?n, la circulaci?n de personajes tambi?n extranjeros desde los cuales es posible dar cuenta con m?s soltura del par extra?eza-encanto que genera Buenos Aires.

El narrador m?s joven, Juan Terranova (1975) arma en El bailar?n de tango una ficci?n enteramente dialogada donde las peripecias de un misterioso dealer (el bailar?n del t?tulo) hacen contrapunto con los jocosos comentarios sobre las noticias m?s escabrosas del d?a que dos amigas intercambian entre s? por tel?fono. El ambiente milonguero no es menos turbio aunque la danza, el acto de bailar el tango, adquiere categor?a de salida existencial ante un mundo, un pa?s, presentado como puzzle desconcertante. La fuerte presencia del tango en los ?ltimos a?os en los medios de comunicaci?n, su penetraci?n en ambientes intelectuales, en la cultura for export y en el extranjero, su cualidad de objeto de estudio aun acad?mico, le han ganado respeto. No se repiten los gestos despectivos frecuentes en Arlt y Cort?rzar. Antes bien, el claroscuro de la m?sica ciudadana la dota de valor simb?lico que sirve para explicar un pa?s y unos destinos nacionales no menos contrastantes y le extienden la entidad de musa narrativa.


Inventario

Estas son algunas de las novelas argentinas en las que se aborda el tango.

El cantor de tango
Tom?s Eloy Mart?nez

Errante en la sombra
Federico Andahazi

El bailar?n de tango
Juan Terranova

Mireya
Alicia Dujovne Ortiz

Rayuela
Los Premios
Julio Cort?zar

El juguete rabioso
Los lanzallamas
Roberto Arlt

Sobre h?roes y tumbas
Ernesto Sabato

Calles de tango
Bernardo Verbitsky

Alias Gardelito
La reina del Plata
Bernardo Kordon

Boquitas pintadas
Manuel Puig

Barrio gris
Joaqu?n G?mez Bas

Un tango para Gardel
Pedro Orgambide

El Baile de las locas
La vida es un tango
Copi..."

Tomado de: Revista Cultural ?, Clar?n.
 
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