Expedientes ALFA - OMEGA

Misterio e intriga de principio a fin... curiosidades, hechos bizarros e increibles, lo "paranormal": todo lo diferente a la cotidianeidad tiene lugar en esta bitacora de fenomenos e interrogantes de dificil respuesta... porque ¡aún no hemos perdido la capacidad de asombro!

sábado, junio 12, 2004

Este weblog no suele dedicarse a la política. Pero siendo el siguiente un artículo (como he mencionado anteriormente) de uno de mis escritores favoritos y reflejando los misterios e intrigas de la realidad venezolana, lo incluyo en esta bitácora.

"...Tomás Eloy Martínez

Las dos mitades de Venezuela

HIGHLAND PARK, N. J.

Cuando conocí al comandante Hugo Chávez en su despacho de presidente de la República de Venezuela, hace ya seis años, tuve la impresión de que estaba lleno de buenas intenciones y no sabía dónde ponerlas. Contestaba a las preguntas con una espontaneidad sin vueltas. Sólo dos veces se incendió durante el diálogo. La primera, cuando le dije que, en la tradición latinoamericana, los militares que habían encabezado un golpe y llegaban luego al gobierno a través de elecciones limpias ?como él? rara vez se transfiguraban en demócratas sinceros. La segunda, cuando le hablé de los rumores que circulaban sobre su apoyo a la guerrilla colombiana. Se puso de pie, tomó el teléfono, y llamó a su colega Andrés Pastrana, en Bogotá, para preguntarle si había oído semejante barbaridad. Pastrana respondió que no, aunque yo sabía de muy buena fuente que sí, que lo había oído.

Me fui de aquel encuentro con la impresión de que Chávez quería sinceramente acabar con las tragedias de su país, pero que esas tragedias eran más recónditas y complejas de lo que él creía.

Viví en Venezuela durante más de ocho años, en los tiempos de una bonanza petrolera que parecía no tener fin. Más de una vez -recuerdo-, di vueltas por las recovas de El Silencio, uno de los centros históricos de Caracas, para que me alegraran el día las caras felices que se veían por todas partes. Recorrí los cuatro costados del país en una avioneta que le prestaron al diario El Nacional, aterrizando donde al piloto y a mí se nos daba la gana, para hablar con la gente y saber cómo vivía. Fui a los bosques lluviosos que están cerca de Mérida, a los poblados perdidos del Amazonas, a los llanos calcinados de Apure, y siempre me llevé la sorpresa de que los venezolanos se declaraban felices y satisfechos de sí mismos. La corrupción de los diez años que siguieron arruinó el buen humor del país, pero Chávez hizo un milagro que nadie había conseguido desde las guerras de la independencia: partió a la sociedad en dos mitades tan rencorosas que nadie ve cómo podrían reconciliarse.

Una de las grandes incógnitas de los últimos años es qué destino dio el gobierno a los formidables ingresos petroleros, que subieron de 16.735 millones de dólares en 1999, cuando el barril valía 10,57, a casi 46 mil millones en 2003, con el precio estabilizado en 26 dólares. La huelga petrolera de varios meses que postulaba, entre otras cosas, desalojar a Chávez del poder, dejó la industria casi en escombros, pero aun así Venezuela ha podido exportar un millón trescientos mil barriles diarios a los Estados Unidos y seguir siendo el quinto proveedor de ese país. "Hubo demasiados insultos de un lado y otro como para suponer que las relaciones pasan por su mejor momento", dijo el saliente embajador norteamericano Charles Shapiro cuando visitó la ciudad de Maracaibo a comienzos de junio, "pero somos socios comerciales históricos de Venezuela y al menos en ese aspecto la situación no ha empeorado".

Dentro del país, la vida se ha vuelto irrespirable. Los opositores a Chávez reunieron al fin, pese a la tenaz resistencia oficial, las firmas que necesitaban para convocar a un referéndum que, si se efectúa antes de la segunda mitad de agosto, podría remover al presidente de su cargo y decidir un llamado a nuevas elecciones en el plazo de un mes.

La figura del referéndum fue impuesta por el propio gobierno a fines de 1999, cuando se votaba por lo menos tres veces por año y parecía que Chávez iba a eternizarse en el poder. La campaña ha empezado ya, y desde el primer día ha sido volcánica.

El jueves 3 de junio, poco después de mediodía, un grupo de cien manifestantes iracundos, que descendió desde El Silencio hasta las puertas del diario El Nacional, lanzó piedras y botellas de cerveza contra las ventanas e incendió un automóvil y un camión ante la puerta de entrada. Una horda más decidida invadió las oficinas y los depósitos de otro diario cercano, Así es la noticia -que pertenece a la misma empresa-, barrió con las computadoras y escritorios que encontró a su paso y quemó miles de ejemplares de la edición del día.

El presidente cree que la prensa le es hostil y, en verdad, la mayoría de los periodistas lo son. Para compensar lo que llama "su desventaja", ha amenazado con hablar todos los días por la cadena nacional de radio y televisión en defensa de su gobierno, hasta el día de los comicios. Desde que llegó al poder se propuso refundar la república, y ya ha puesto la realidad completa del revés. Hasta el nombre de Venezuela, como se sabe, ha dejado de ser el mismo. Ahora es una "república bolivariana", en homenaje al libertador para quien Chávez siempre deja una silla libre, a su derecha.

En casi toda América latina se cree que el país está mejor que hace dos décadas y que la revolución chavista, obstruida por los "sirvientes del imperialismo", construirá al fin una Venezuela de iguales. No es lo que dicen las cifras. Ninguno de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo ha crecido menos que Venezuela desde 1999 -Nigeria está casi a la par-, a pesar de que el barril de petróleo lleva ya meses por encima de los 35 dólares. Hay menos analfabetos y mejores expectativas de vida que hace medio siglo, pero el poder adquisitivo de la población es inferior en 7,3 por ciento a lo que era entonces. Antes eran raros los espectáculos de miseria. Ahora son, como la inseguridad, datos frecuentes, cotidianos. ¿Dónde ha ido la inmensa riqueza que ha dejado el petróleo?

El viejo rumor de que parte de esos fondos se desvía hacia ejércitos irregulares en Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia nunca ha sido confirmado por indicio alguno. Chávez no ha negado que el sueño de su vida es rehacer la Gran Colombia, una utopía que Bolívar no pudo consumar, pero de allí a financiar a Evo Morales y a las guerrillas de la frontera sur hay un abismo que, si fuera cierto, lo llevaría a la perdición. El presidente y sus asesores son extremadamente astutos y pueden adular a Fidel Castro o mojarle la oreja a George W. Bush, pero no al punto de poner en riesgo la estabilidad del gobierno.

Chávez habla siempre con la Constitución bolivariana en la mano, y la invoca en casi todos sus discursos. Acaba de violarla, sin embargo, del modo más extraño. A comienzos de junio, el gobierno ordenó que las divisas extraordinarias que se están recibiendo por el alza del petróleo no fueran entregadas al Banco Central, como establece la ley, sino directamente a un "fondo de desarrollo económico y social". Nadie conoce la existencia de ese fondo, pero ya en mayo Petróleos de Venezuela entregó al Banco Central la mitad de la cifra de abril, y las reservas internacionales se contrajeron hasta la asfixia. La orden regirá hasta agosto -en rara coincidencia con los gastos electorales-, y la amenaza de hiperinflación está ahí, a la vuelta de la esquina.

El odio entre los adictos al gobierno y los opositores es tan ciego, tan desesperado, que nadie se extrañará si corre sangre durante los meses que faltan hasta el referéndum, siempre que el gobierno no saque al final otro ardid de la manga y lo impida. Si lo hiciera, sería torpe. Hasta ahora, lleva las de ganar. Las encuestas asignan a Chávez entre un 35 a 38 por ciento de los votos, cuatro o cinco puntos por arriba de la oposición.

Pocos días antes de que asumiera como presidente constitucional, en enero de 1999, el comandante Hugo Chávez viajó con Gabriel García Márquez en un avión oficial desde La Habana hasta Caracas. De las tres horas de diálogo corrido, el novelista colombiano sacó la conclusión de que había estado ante dos hombres opuestos: el que tenía la oportunidad de salvar a su país y el que podía fácilmente convertirse en déspota. De esos dos hombres han salido ahora dos Venezuelas, que se desgarran sin piedad día tras día, como si fueran países enemigos.

Por Tomás Eloy Martínez
Para LA NACION..."

Tomado de: La Nación.
 
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