Parece el mal argumento de una (mala, muy mala y perversa) película Serie B... pero no, es actual y real.
Sin ánimo de practicar el humor negro, al menos teóricamente, debería ser el alimento perfecto, con todos los componentes nutricionales necesarios. Aún así, no puedo evitar escalofríos al leer la noticia:
"....ENFRENTAMIENTOS TRIBALES CON APOYOS DEL EXTERIOR
Reaparece el canibalismo en la despiadada guerra civil del Congo
Denuncian que milicianos les arracan el corazón y los pulmones a sus enemigos y se los comen. Creen que de esta manera incorporan la fortaleza del adversario.
Daniel Juri DE LA REDACCION DE CLARIN
Parece el argumento de una mala película de los años 60. Pero no. Es real y ocurre en este siglo XXI: a la sangrienta guerra civil que castiga desde 1998 —con "aporte" de varios países vecinos— a la República Democrática del Congo, ahora se le deben sumar las prácticas caníbales que los lendu, etnia mayoritaria en el país, lanzaron contra los hema, minoritarios, pero dueños del poder económico del devastado territorio.
La lucha se desarrolla en Bunia, capital de la provincia de Ituri, en el nordeste del país. En dos semanas, las calles se llenaron de cadáveres. Más de 230. El gobierno congoleño no habló del tema. La denuncia viene de líderes religiosos y vecinos: dicen que los lendu le abrieron el pecho a sus víctimas con cuchillos. Les arrancaron el corazón, el hígado, los pulmones. Y se los devoraron calientes. Una antigua creencia africana sostiene que sólo así pueden apoderarse de la fortaleza del enemigo.
La semana pasada, dos observadores de las Naciones Unidas, un jordano y un nigeriano, fueron decapitados no muy lejos de Bunia. Según testimonios —que la ONU promete investigar a fondo— a sus cuerpos les faltaban órganos. Es una galería del horror: al parecer, sus victimarios fueron "niños soldados". Algunos de "los decenas de miles" que, según viene denunciando Amnistía Internacional, utilizan uno y otro bando. Amnistía asegura que en esta guerra están siendo reclutados "hasta niños de siete años".
Una guerra antediluviana desencadenada, increíblemente, por la voracidad tecnológica del futuro: el Congo cuenta con prósperos yacimientos de columbita y tántalo, fundamentales para la industria de teléfonos celulares, computadoras y play station. Un informe de la ONU dado a conocer el 24 de octubre ante el Consejo de Seguridad por el secretario Koffi Annan acusó a 29 compañías internacionales de saquear al país africano y a otras 85 de haber violado las normas de comportamiento empresarial. Un solo dato: el comercio ilegal de estos minerales se cotiza a 5 dólares por kilo en Africa. En Londres, se vende a 400. La ONU denunció con nombre y apellido a empresas belgas, alemanas, británicas, estadounidenses y africanas
También responsabilizó de este saqueo a las elites dirigentes —civiles y militares— centroafricanas. De hecho, esta es una guerra de todos. De un lado, Angola, Namibia y Zimbabwe, apoyando al gobierno. Del otro, Ruanda, Uganda —que controlan el norte y este del país— y Burundi, invadiendo sistemáticamente el Congo y dando apoyo a los tropas rebeldes. Alianzas todas que se hacen y deshacen en cuestión de horas, cuando el trofeo mayor, los minerales, llenan más la balanza de un país que la del otro.
Desde 1998, los bandos en pugna fueron reclutando a las milicias tribales de los lendu y los hema que, a su vez, mantienen disputas históricas.
El Congo —cuya historia política, dictadores y golpes de estado merecen un capítulo aparte— despliega su territorio por el centro de Africa. En los 70 fue el mayor exportador mundial de cobalto, y uno de los diez primeros de diamantes, uranio, cobre y estaño. Ahora, carga sobre sus hombros con casi tres millones de muertos en esta guerra desatada en torno de sus minerales. Millones de muertos para que la próspera industria de la telefonía celular siga desarrollándose al amparo de empresas internacionales y funcionarios corruptos que se alimentan de tanto cadáver inocente. Igual que los caníbales congoleños.
Copyright 1996-2003 Clarín.com - All rights reserved ..."
Sin ánimo de practicar el humor negro, al menos teóricamente, debería ser el alimento perfecto, con todos los componentes nutricionales necesarios. Aún así, no puedo evitar escalofríos al leer la noticia:
"....ENFRENTAMIENTOS TRIBALES CON APOYOS DEL EXTERIOR
Reaparece el canibalismo en la despiadada guerra civil del Congo
Denuncian que milicianos les arracan el corazón y los pulmones a sus enemigos y se los comen. Creen que de esta manera incorporan la fortaleza del adversario.
Daniel Juri DE LA REDACCION DE CLARIN
Parece el argumento de una mala película de los años 60. Pero no. Es real y ocurre en este siglo XXI: a la sangrienta guerra civil que castiga desde 1998 —con "aporte" de varios países vecinos— a la República Democrática del Congo, ahora se le deben sumar las prácticas caníbales que los lendu, etnia mayoritaria en el país, lanzaron contra los hema, minoritarios, pero dueños del poder económico del devastado territorio.
La lucha se desarrolla en Bunia, capital de la provincia de Ituri, en el nordeste del país. En dos semanas, las calles se llenaron de cadáveres. Más de 230. El gobierno congoleño no habló del tema. La denuncia viene de líderes religiosos y vecinos: dicen que los lendu le abrieron el pecho a sus víctimas con cuchillos. Les arrancaron el corazón, el hígado, los pulmones. Y se los devoraron calientes. Una antigua creencia africana sostiene que sólo así pueden apoderarse de la fortaleza del enemigo.
La semana pasada, dos observadores de las Naciones Unidas, un jordano y un nigeriano, fueron decapitados no muy lejos de Bunia. Según testimonios —que la ONU promete investigar a fondo— a sus cuerpos les faltaban órganos. Es una galería del horror: al parecer, sus victimarios fueron "niños soldados". Algunos de "los decenas de miles" que, según viene denunciando Amnistía Internacional, utilizan uno y otro bando. Amnistía asegura que en esta guerra están siendo reclutados "hasta niños de siete años".
Una guerra antediluviana desencadenada, increíblemente, por la voracidad tecnológica del futuro: el Congo cuenta con prósperos yacimientos de columbita y tántalo, fundamentales para la industria de teléfonos celulares, computadoras y play station. Un informe de la ONU dado a conocer el 24 de octubre ante el Consejo de Seguridad por el secretario Koffi Annan acusó a 29 compañías internacionales de saquear al país africano y a otras 85 de haber violado las normas de comportamiento empresarial. Un solo dato: el comercio ilegal de estos minerales se cotiza a 5 dólares por kilo en Africa. En Londres, se vende a 400. La ONU denunció con nombre y apellido a empresas belgas, alemanas, británicas, estadounidenses y africanas
También responsabilizó de este saqueo a las elites dirigentes —civiles y militares— centroafricanas. De hecho, esta es una guerra de todos. De un lado, Angola, Namibia y Zimbabwe, apoyando al gobierno. Del otro, Ruanda, Uganda —que controlan el norte y este del país— y Burundi, invadiendo sistemáticamente el Congo y dando apoyo a los tropas rebeldes. Alianzas todas que se hacen y deshacen en cuestión de horas, cuando el trofeo mayor, los minerales, llenan más la balanza de un país que la del otro.
Desde 1998, los bandos en pugna fueron reclutando a las milicias tribales de los lendu y los hema que, a su vez, mantienen disputas históricas.
El Congo —cuya historia política, dictadores y golpes de estado merecen un capítulo aparte— despliega su territorio por el centro de Africa. En los 70 fue el mayor exportador mundial de cobalto, y uno de los diez primeros de diamantes, uranio, cobre y estaño. Ahora, carga sobre sus hombros con casi tres millones de muertos en esta guerra desatada en torno de sus minerales. Millones de muertos para que la próspera industria de la telefonía celular siga desarrollándose al amparo de empresas internacionales y funcionarios corruptos que se alimentan de tanto cadáver inocente. Igual que los caníbales congoleños.
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