Expedientes ALFA - OMEGA

Misterio e intriga de principio a fin... curiosidades, hechos bizarros e increibles, lo "paranormal": todo lo diferente a la cotidianeidad tiene lugar en esta bitacora de fenomenos e interrogantes de dificil respuesta... porque ¡aún no hemos perdido la capacidad de asombro!

viernes, enero 30, 2004

Una lúcida longevidad: ojalá todos tuvieramos una tercera edad tan digna.

"...SOCIEDAD

¡Atención!: el hombre más viejo del mundo cuenta cómo hizo para llegar a los 114 años

Vive en una aldea de la isla de Menorca, España. Nació el mismo año que se terminó la torre Eiffel. Trabajó duro gran parte de su vida, pero se jubiló hace medio siglo. Come de todo y duerme como un lirón.

Por Giles Tremlett. .

El hombre más viejo del mundo está de pie, recibiendo en su casa, un poco inclinado y con las rodillas levemente dobladas, vestido con su mejor ropa de invierno. Joan Riudavets, quien cumplió 114 años en diciembre, lleva gorra y corbata, y sobre sus múltiples capas de sweaters, luce un cardigan Lacoste azul. El venerable señor piensa que a los invitados siempre hay que darles la mejor bienvenida. Y eso, digan lo que digan los médicos, implica pararse a estrecharles su mano. “Estoy bien”, dice, en español, rechazando cualquier ayuda. Su hija, Paca, acaba de llegar del centro de Es Migjorn, la aldea de la isla de Menorca donde Joan vive desde siempre, en la misma calle, desde el día en que nació. “Se supone que tiene que quedarse sentado cuando yo no estoy, pero no siempre obedece”, se disculpa ella.

Pero Joan sí hace caso a uno de los pocos consejos que da a quienes quieren conocer sus secretos de longevidad: “Hay que moverse, hay que seguir adelante”. Riudavets insiste en que no se siente lo bastante viejo como para batir records. “Dicen que soy el abuelo del mundo”, bromea. “En realidad, no podía creerlo cuando me lo dijeron. El cuerpo no me duele para nada. Tengo 114 años pero no sé lo que es un dolor de cabeza. ¡Mire! Tengo el pulso estable. Todavía puedo sostener una lapicera y escribir perfectamente bien.” Joan charla animadamente, gesticulando y frotándose las manos. De tanto en tanto, si la frase es muy larga, las palabras se le estrangulan y, algunas veces, también cuesta entenderle. Cada tanto, pierde el hilo de la conversación, pero, en general, está lúcido.

Riudavets ingresó en el libro de los récords en septiembre de 2003, cuando el japonés Yukichi Chuganji murió a su misma edad, 139 días después de cumplir los 114 años. Entre sus contemporáneos, también nacidos en 1889, estaban Charles Chaplin y Adolf Hitler. La Torre Eiffel fue terminada ese mismo año, al tiempo que la Reina Victoria accedía al trono británico y Jack el Destripador todavía seguía en carrera. Su receta para vivir tanto no tiene casi nada que ver con las dietas ni las rutinas de gimnasia, pero, en cambio, sé está muy relacionada con la vida interior. “Vivir tranquilo y tratar bien a los demás”, aconseja mientras toma una copa de vino moscatel dulzón y come unos bizcochos caseros hechos por Paca. Siempre bebió un poco, pero con moderación. Y dejó de fumar en 1922, a los 33 años.

Tal vez no lo considere importante, pero Joan es una publicidad viva de la dieta mediterránea. “Como de todo”, dice. “Porotos y arvejas, fruta y verduras, carne y pescado. Pero, sea lo que sea, me gusta bien cocido”. A Joan le habría gustado ser jugador de fútbol, pero, como tantas otras cosas, cuando él nació el juego todavía no se había inventado. O, más bien, no había llegado a Menorca. Tenía 12 años cuando se fundó el Real Madrid. “Es Migjorn fue el primer lugar de Menorca que incluyó al fútbol en sus fiestas de verano”, recuerda. “Pero eso fue a mediados de la década del 20”, cuando é tenía treinta y pico... Es que, cuando nació, gran parte de lo que damos por sentado, aún no existía: la radio, el auto en serie, el avión comercial, el cierre relámpago...

Riudavets se acuerda del primer auto que circuló en la isla: “Iba muy rápido, chocó y volcó”, se ríe. De todas maneras, para él, la electricidad es el mayor invento introducido en Es Migjorn durante su vida. “Había leído al respecto y la había visto en Mahon, la capital de Menorca”, dice. Está tan agradecido a la electricidad porque también le proporcionó una nueva forma de entretenerse: cortarles la luz a los vecinos. Joan nunca aprendió a manejar, pero se sentía orgulloso de su bicicleta: en una isla del tamaño de Menorca, que apenas tiene 50 kilómetros de diámetro, no hace falta mucho más. “Siempre me gustó el movimiento”, explica, balanceando los brazos. “Me encantaba andar en bicicleta, nadar y bailar, por supuesto. Lo que más me gustaba era el fandango.”

Pero su amor más grande ha sido la música. “Aprendí a tocar la guitarra y el violín cuando era chico”, recuerda. Al mismo tiempo, empezó a trabajar en el taller de zapatería de su familia, donde permaneció hasta que se jubiló, en los años 50. Por entonces, se hacía lo que decía su padre. “Nunca nos faltó trabajo. Hemos tenido mucha suerte”, dice, sin rencores. Aunque Joan fue uno de los pocos de su generación que aprendió a escribir, le gustaría haber estudiado más y ser médico o maestro. “Me gustaba la escuela”, dice. “Pero tenía que trabajar con mi padre”. Fue un hijo obediente: “Una de las razones por las que aprendí a escribir es que me levanté una mañana y había un libro en mi habitación. Lo tomé como una señal de mi padre: quería que aprendiera y lo hice”.

Lo que Joan más lamenta es no haber conocido nunca a su madre. Murió 15 días después de que él nació, a los 24 años, y no dejó ni una foto. “Siempre lo lamenté y lo lamento más a medida que pasa el tiempo”, dice. Los Riudavets son excepcionalmente longevos. CERE, uno de sus hermanos, vive a unas pocas casas, sobre la misma calle. Pero es apenas un muchacho de 103. “Está sordo como una piedra”, explica Paca. “Pero creo que podría bajar corriendo la calle, si quisiera, claro, porque vive empacado”. Otro hermano, más joven aún, vive en Mahon. Tiene 98, pero con los antecedentes familiares, ni siquiera lo consideran viejo. Un grupo de científicos de Boston, Estados Unidos, fue a verlos, a la caza de los secretos genéticos de la longevidad de los Riudavets. Pero no han sacado ninguna conclusión.

El Libro Guiñes de los Récords lleva el registro de unos 40 "súper centenarios", todos mayores de 110. En septiembre, cuando Joan se convirtió en el hombre más viejo del mundo, en realidad, era el cuarto ser humano más longevo. Es que, tradicionalmente, la plusmarca es siempre femenina. Sin embargo, a las pocas semanas, el invierno japonés se llevó a Kamato Hongo, de 116 años, y a Mitoyo Kowate, de 114; lo que consagró a Charlotte Benkner de Ohio, EE.UU., que tiene apenas 25 días más que Joan. Pero, pocos días después, Benkner también murió. Su suerte ha convertido a Joan en una celebridad, casi una atracción turística. Sus visitantes favoritos son los chicos de la isla. “Me preguntan qué hago y les digo que yo soy un vago, pero que ellos deben estudiar”, dijo.

No lo dice en broma: Joan puede pasar 15 horas en la cama la mayor parte de las noches. Se queda acostado, recordando. “Es donde mejor me siento”, dice. Hacer lo correcto o portarse bien, han sido sus preocupaciones de toda la vida. “Siempre traté de pensar bien de los demás. Nunca mentí o, por lo menos, no intencionalmente”, dice. Aun hoy, su principal preocupación es que todos estén contentos: “Pienso mucho en las cosas que debería hacer bien para poder dejar a mi familia feliz y satisfecha. No quiero que nadie se ponga triste por mí”, dice. Es probable que los científicos, que luchan para encontrar la explicación a su longevidad, no estén buscando en el lugar correcto. Le han tomado muestras y bucean en sus genes. Pero el secreto de Joan está en el corazón.

Traducción de Cristina Sardoy..."

Tomado de: Clarín.

miércoles, enero 28, 2004

Siempre me fascinó la Serie de Fibonacci. Pero nunca pensé que pudiera ser la clave para desentrañar un misterio arqueológico.

"...UN ENIGMA QUE DATA DE HACE MAS DE 500 AÑOS

Un ingeniero italiano descifró el sistema de cálculo de los incas

Con este método se realizaron operaciones complejas, como predecir eclipses.

ROMA. DPA y EFE.

Un ingeniero aeronáutico italiano asegura haber desentrañado el sistema de cálculo de los incas, un enigma desde hace más de 500 años. Lo logró casi jugando, tras haber descifrado la yupana, el ábaco con el que sacaban cuentas.

Nicolino De Pasquale (54), profesor en la Universidad de Pescara, presentó su hallazgo en la muestra "Perú, 3.000 años de obras maestras", en el Palacio Strozzi de Florencia.

De Pasquale descubrió que los incas realizaban sus cálculos en base al número 40 y no en base decimal, como se creía hasta ahora, según una tesis que nunca llegó a probarse. Según el ingeniero, el error parte de los quipu, instrumentos realizados con hilos trenzados y nudos (en quechua, quipu quiere decir, precisamente, nudo), que los incas usaban para los registros contables y cronológicos; cada cuerda tenía 9 nudos, por lo cual se supone que usaban el sistema decimal.

La yupana —que en quechua significa contar o contador— era la "calculadora" de los incas. Consiste en un pequeño bloque de piedra de unos 20 x 30 centímetros, con oquedades dispuestas en cinco franjas horizontales y un número variable de columnas, donde se colocaban semillas o piedritas. Según De Pasquale, los cálculos se realizaban de derecha a izquierda.

En la primera oquedad de la fila inferior se colocaba una semilla que tenía valor 1; en la segunda, dos semillas de valor 2; en la tercera, tres semillas de valor 3; en la siguiente, cinco de valor 5; y en la quinta, ocho de valor 8. Sumadas todas las semillas, su valor era igual a 39. Los incas no empleaban el cero.

"El sistema está basado en la llamada 'serie de Fibonacci', una escala que comienza por 1 y sigue por 2, 3, 5, 8, etc., y donde cada número se hace sumando los dos anteriores —explicó De Pasquale—. Esta sucesión se encuentra en la naturaleza: en los rombos de las piñas de los pinos, en los pétalos de las margaritas, en el mismo ADN".

"Los incas basaban el sistema de cálculo en 40 (40, 80, 120, etc.), pero siempre con el mismo criterio exponencial, cuando se trataba de calcular grandes cifras", señaló el ingeniero.

Agregó que con este método —que curiosamente sigue el modelo de la multiplicación de las células—, realizaron cálculos complejos, como predecir eclipses. Otra ventaja era la de permitir contar a los ancianos y los no videntes, al tocar las semillas con la mano. También dibujaban la yupana en la tierra.

De Pasquale, quien nunca había leído nada sobre los incas, develó el misterio en forma casual. La noche del 31 de diciembre de 2000 estaba en Roma, en la casa de una hermana, y para hacer tiempo hasta la medianoche se puso a hojear un libro sobre enigmas matemáticos que le habían regalado en Navidad.

"En una página encontré la reproducción de una yupana, realizada por un misionero español en 1615 —contó—. Tomé lápiz y papel, y empecé a hacer números. Antes del Año Nuevo había encontrado la solución".

De Pasquale ha expuesto su hallazgo en varias universidades, aunque un comunicado de la muestra de Florencia hizo notar que, por no venir de un experto en temas precolombinos, los especialistas no lo tuvieron en cuenta. El ingeniero probó el sistema sobre imágenes de otras 15 yupana que le envió Antonio Aimi, curador de la muestra. "Los modelos matemáticos no son como otras cosas —observó Aimi—. O funcionan o no funcionan. Y éste funciona"..."

Tomado de: Clarín.

lunes, enero 26, 2004

Comunidades utópicas en América... varios casos. Experimentos sociales, también. Pero en plena conquista, en la Patagonia y bajo la Corona Española ¡insólito! Floridablanca es redescubierta.

"...HISTORIA Y ARQUEOLOGIA: FLORIDABLANCA, A 10 KILOMETROS DE PUERTO SAN JULIAN

Revelan los secretos de una ciudad olvidada de la Patagonia

Un grupo de arqueólgos reconstruyó la historia de una colonia fundada en Santa Cruz en 1780, por orden del rey Carlos III, y que apenas duró cuatro años. La definen como un experimento social único.

Valeria Román.
vroman@clarin.com

En la Patagonia argentina, alguna vez existió una sociedad casi utópica, donde primaba la igualdad entre las familias: tuvieron las mismas condiciones para desarrollarse en un lugar desértico. Sobrevivieron y hasta pudieron llevarse bien con los indígenas. Pero esta interesante experiencia se truncó a poco de comenzar, hace 220 años.

Ahora, arqueólogas del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires revelaron los secretos de esa sociedad que existió entre 1780 y 1784. Se trató de la colonia española de Floridablanca, cuyas ruinas están a 10 kilómetros de la ciudad de Puerto San Julián, en Santa Cruz. Fue creada por el rey Carlos III, quien siguió las ideas reformistas de la Ilustración Española.

Las arqueólogas —con apoyo financiero del programa IM-40 de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, la UBA y la Junta de Castilla y León de España— sacaron a la luz evidencias de que la colonia fue un "experimento social único de la región patagónica". Que su población consiguió sobreponerse y tendió lazos de solidaridad con los tehuelches, a quienes nunca intentaron evangelizar.

El sitio con las ruinas está declarado "lugar histórico nacional", aunque no había sido objeto de investigaciones hasta 1998, cuando el equipo liderado por Ximena Senatore se puso a excavarlo. "Conocíamos la historia oficial de la colonia a través de los documentos que se guardan en los archivos generales de Buenos Aires y de Sevilla —dijo Senatore a Clarín—. Pero había más historias para ser contadas".

Se creía que la colonia formaba parte de un proyecto defensivo para ocupar la Patagonia. "Sin embargo, los resultados muestran que se trató de un proyecto social, por el cual se fomentó la igualdad entre familias, el respeto por el otro y la agricultura como fuente de riqueza".

Todo empezó por una invitación del rey Carlos III en 1778, que mandó a colocar carteles que convocaban a embarcarse para poblar la Patagonia. Las familias interesadas debían firmar un contrato por el cual aceptaban habitar en la colonia que ocupó una superficie de 10 hectáreas. A cambio, recibían una casa, alimentos, una parcela de tierra, una yunta de mulas, cuidados de salud, semillas y herramientas. Hasta les daban un arado diseñado para la meseta semiárida.

La invitación del rey prendió. Alrededor de 1.900 personas que eran de las regiones de Castilla y León, Asturias y Galicia, firmaron el contrato y llegaron al Río de la Plata. Pero sólo 24 familias (formadas por 74 hombres, mujeres y chicos) fueron trasladadas hacia la colonia en la fragata San Carmen, en 1780. Después de que desembarcaron, se les hundió la fragata a escasos metros de la costa y se perdieron gran parte de los víveres y los animales que llevaban. No fue el único mal momento que enfrentaron.

Mientras se iban levantando sus casas de adobe, las familias convivieron dentro del fuerte con los funcionarios, los carpinteros, los albañiles, la tropa que nunca tuvo que combatir y un grupo de 30 presidiarios que prefirieron pasar su condena en la Patagonia, trabajando en la edificación de la colonia. En total, eran unas 150 personas.

Durante el primer año, el escorbuto, un mal producido por la falta de vitamina C, provocó la muerte del 20% de la población. Y las prácticas agrícolas casi no rindieron. Al año siguiente, mientras los tehuelches les regalaban guanacos y hasta les permitían ser testigos de sus rituales, la colonia empezó a progresar económicamente. Incluso, construyeron más edificaciones —halladas por las investigadoras— que nunca fueron "declaradas" en los mapas oficiales.

En 1781, Carlos III recibió informes de que todo iba mal en Floridablanca. Y al virrey Vértiz tampoco le cerraban bien los números como para seguir manteniendo los gastos de funcionarios en la colonia.

Las noticias de la recuperación no llegaron a España y por eso el rey ordenó trasladar a los colonos a Carmen de Patagones y a Minas (Uruguay) y mandó quemar la infraestructura para que ninguna otra potencia la ocupase. Esto ocurrió en enero de 1784. Unos meses después, Carlos III reconsideró la orden, pidió otras opiniones y más datos, pero ya era demasiado tarde: Floridablanca era cenizas.


Infografía sobre ubicación y los descubrimientos en el sitio arqueológico


Pistas de la vida cotidiana

Los edificios que formaban parte de la colonia Floridablanca hoy están enterrados por el paso del tiempo, pero se conservan en excelente estado, según las arqueólogas que los estudiaron, Silvana Buscaglia, Marcia Bianchi, María Marschoff y Paula Palombo, que contaron con apoyo de la Municipalidad de Puerto San Julián.

Tras las excavaciones, se encontró que los habitantes de la colonia sembraban trigo y cebada con semillas repartidas en cantidades iguales a cada familia. También tenían sus huertas en las que experimentaron con diversas hortalizas. "La berza fue la que dio mejores resultados", afirman.

También, los labradores tenían unas pocas vacas de propiedad del rey. Se repartieron cerdos y aves de corral. Con los fragmentos de telas recuperadas se deduce que usaban gorros, medias, pantalones, zapatos, calzoncillos, prendas de uso militar y telas, que se vendían en un almacén dentro de la colonia.


Esquinas

Horacio Convertini.
hconvertini@clarin.com

Lejísimos, brazos robóticos, sensores infrarrojos y cámaras en 3D escudriñan la superficie de Marte tratando de averiguar lo que es y lo que alguna vez fue. Más acá, en la Argentina, con instrumentos elementales de tan sencillos (palas, escobillas), otros investigadores rastrean los pasos perdidos de nuestra historia. Parecen imágenes casi opuestas. Pero no. Son dos caras, si se quiere complementarias, de la formidable pasión por el saber. De la ampliación epopéyica del conocimiento. Marte y Floridablanca. Dos esquinas de la misma búsqueda.


HISTORIA Y ARQUEOLOGIA: EL ESTILO Y LA POLITICA DE CARLOS III

El rey que apostaba a la reforma "desde arriba"

Carlos III fue el más importante ejemplo del despotismo ilustrado en España, adonde reinó entre 1759 y 1788, desarrollando una poderosa acción de reformas económicas, políticas y sociales a través de intelectuales y políticos de gran talla como el conde de Floridablanca, cuyo nombre llevó la colonia patagónica. El monarca creía en la política de "reformar desde el poder", principal credo del absolutismo ilustrado, gracias a la colaboración de grandes administradores y hombres de valía intelectual como Esquilache, Pedro Rodriguez Campomanes, el conde de Aranda y del brillante Gaspar Melchor de Jovellanos.

Carlos III nació en Madrid el 20 de enero de 1716, hijo del rey español Felipe V y de Isabel de Farnesio. Fue rey de las Dos Sicilias (que unía los reinos de Nápoles y de Sicilia). Ejerció una acción reformadora que brindó grandes beneficios a la ciudad de Nápoles. Otro tanto hizo con Madrid cuando reinó en España. Todavía en la actualidad se exalta a Carlos III como "el mejor alcalde que tuvo Madrid".

Consciente del valor de la política para lograr sus anheladas reformas, se mantenía bien informado, y a la eficacia de su trabajo se sumaba la sencillez de su carácter y la austeridad de sus costumbres para aumentar su fama reformista.

Sus iniciativas —en las que el conde de Floridablanca fue clave— resultaron casi siempre polémicas, como la expulsión de los jesuitas en febrero de 1767 (acusados de instigar motines y acumular riquezas). Fueron muy importantes las medidas del monarca para extender la educación a gran parte de la sociedad, la promoción de la Real Academia Española, la renovación fiscal y la modernización de la agricultura, la industria y el comercio.

Para defender la Patagonia de las ambiciones británicas y abrir allí tierras cultivables al campesinado español, Carlos III elaboró un plan, organizado por Floridablanca, que proyectaba una serie de asentamientos. Así se crearon las colonias de Floridablanca, Carmen de Patagones y el fuerte San José, en la Península de Valdés. Al mismo tiempo, el despotismo ilustrado intentaba solucionar las diferencias de clases en el campo español promoviendo ideas más igualitarias en las colonias americanas.

Tomado de: Clarín.com

domingo, enero 25, 2004

La misteriosa existencia de una gran escritor.

"...LITERATURA: J.D. SALINGER

El escritor de la brevedad sustancial

El sello Edhasa reeditar? la breve pero intensa obra que J.D. Salinger escribi? hasta que decidi? retirarse a su ermita de New Hampshire, en 1963. A los 85 a?os, dispara su fusil a quien ose molestarlo. Pero, dicen, todav?a escribe todos los d?as.

FLAVIA COSTA.

Si queda a?n alg?n aficionado a la lectura, de ?sos que leen y siguen. Y ese aficionado est? dispuesto a tomar en serio a un escritor, acaso su escritor favorito, y a sus escritos. Y si ese escritor se llama J.D. Salinger, y desde 1953 no quiere aparecer por nada del mundo en ninguna parte, ni en las solapas de sus libros, ni en fotograf?as, ni en entrevistas, y defiende esa intimidad a punta de fusil desde una caba?a inexpugnable del inexpugnable estado de New Hampshire, Estados Unidos. Y si finalmente el lector supiera ?es un lector casi fan?tico? que la obra de su escritor favorito tiene relaci?n directa con su biograf?a, y por lo tanto desentra?ar una y la otra son parte de una misma trama narrativa, moral y metaf?sica, para decirlo con palabras quiz? pomposas pero verdaderas, dec?a, ese lector incondicional, ?se atrever?a a escribir una biograf?a de cierta densidad sobre su escritor sin sentirse un pat?n, un traidor imperdonable? Y m?s importante: ?podr?a responder por qu?, a cuarenta a?os de que su escritor no publica una l?nea (se dice que tiene quince t?tulos escondidos), sigue siendo idolatrado por sus lectores, en quienes provoca la hipn?tica y difusa esperanza de que aquellos textos in?ditos vean la luz?

Primera prueba del encantamiento: su novela El guardi?n entre el centeno lleva vendidos desde entonces m?s de 60 millones de ejemplares en todo el mundo desde su publicaci?n en 1951. En 2002, s?lo en los Estados Unidos, vendi? 521 mil, y es en su pa?s el segundo best-seller de calidad de un escritor del siglo XX. Famosa es, por otro lado, la an?cdota de que Mark Chapman llevaba consigo un ejemplar de este libro cuando asesin? a John Lennon en diciembre de 1980. En su momento hubo un largo y sesudo debate sobre el caso: la novela lleg? a asociarse con el satanismo y est? prohibida en algunas escuelas norteamericanas; en el resto es lectura obligatoria.

Semejante inter?s no es s?lo un fen?meno estadounidense. De hecho en estos d?as, el sello Edhasa anunci? que en el primer semestre de 2004 editar? la obra completa de Salinger (la ya conocida en castellano). La idea es devolver a las librer?as cuatro cl?sicos hoy agotados que, seg?n la percepci?n del m?s sereno de los editores, no deber?an faltar en una librer?a razonable.

Con respecto a la pregunta que formul?bamos al principio, la de qui?n se atreve a biografiar a J.D., cabe decir que en estos a?os se enfrentaron a ella cientos de lectores devenidos escritores gracias, entre otras cosas, al impulso de Salinger; a su contagiosa, casi vir?sica religi?n de la literatura. Sin embargo no son tantos los que se atrevieron desafiar al jefe de los Comanches. Lo intent? hace diez a?os un autor llamado Ian Hamilton, pero Salinger le hizo dos veces juicio, y los gan?. Para poder publicar su libro, el hombre tuvo que reescribirlo en dos oportunidades. ?La raz?n? Unas cartas que Hamilton encontr? en el archivo de la universidad de Texas. Salinger logr? impedir que las citara y luego que siquiera las parafraseara.

Tambi?n lo hab?a intentado mucho antes Warren French y a?os despu?s Peter Alexander. Los tres cuentan casi lo mismo: que Salinger era hijo de un pr?spero importador de quesos del Upper East Side de Manhattan, que estudi? en una escuela militar, obtuvo calificaciones fam?licas y se neg? a trabajar en la empresa familiar. Quer?a ser actor, o escritor. Estuvo en la Segunda Guerra, particip? en el desembarco en Normand?a y, seg?n su hija, fue uno de los primeros soldados estadounidenses en llegar a los campos de exterminio nazi. Cuando regres? de Europa sigui? escribiendo. En 1951, despu?s de varios a?os de esfuerzos visibles para ser famoso, y cuando estaba comenzando a serlo en grande, de pronto decidi? recluirse y ya nadie m?s lo vio.

El mayor misterio del eremita sigue estando, no obstante, en sus libros. Un rasgo destacado de la obra de Salinger es su lac?nica econom?a, y ?en un c?modo segundo lugar, aunque tiene su importancia? su potencial car?cter de punta de iceberg de "algo mayor" que quiz? nunca conoceremos. Cuando se habla de la obra de Salinger, se habla s?lo de aquella parte de su producci?n que ?l legitim? en la edici?n y las constantes reediciones, y que consiste, b?sicamente, en cuatro vol?menes de historias publicadas en The New Yorker: El guardi?n entre el centeno (traducida al castellano tambi?n como El cazador oculto), su novela m?s extensa; los Nueve cuentos, editados en 1953; Franny y Zooey, de 1962, compuesto por dos novelas breves que The New Yorker public? en 1955 y 1957 respectivamente; y Levantad carpinteros la viga maestra que, junto a "Seymour: Una Introducci?n", apareci? como libro en 1963.

Tenemos hasta aqu? (a) la gran novela de iniciaci?n norteamericana de la posguerra: la historia de Holden Caulfield, protagonista de El guardi?n. Y tenemos tambi?n el ciclo de los siete hermanos Glass, que se cuenta en Franny and Zooey (ellos son los dos hermanos menores), en Levantad carpinteros (contado por Buddy, segundo hermano y alter ego de Salinger), y en dos, acaso tres, de los Nueve cuentos: "Un d?a perfecto para el pez banana" (donde se narra el suicidio del hermano mayor, esa especie de genio asesor y santo port?til de la familia llamado Seymour), "En el bote" (protagonizado por la tercera hermana, Beatrice o Boo Boo) y "El hombre que r?e", posiblemente protagonizado por Buddy a la edad de ocho a?os.

Existe un quinto texto, Hapworth 16, 1924, que fue publicado en The New Yorker en 1965; su narrador es Seymour a los siete a?os. Se hicieron dos ediciones piratas que fueron r?pidamente sacadas de circulaci?n por orden del juez. Varias veces en los ?ltimos a?os se anunci? que al fin saldr?a en volumen, autorizado por J.D., pero hasta ahora, nada.

Existen otros relatos sueltos, nunca traducidos al castellano (Salinger controla como mast?n aun los derechos de traducci?n), que tienen cierta restringida circulaci?n gracias a las hemerotecas universitarias de los EE.UU.. Si vale la pena mencionarlos es porque agregan una tercera serie: la saga del soldado Babe Gladwaller. Este personaje, apenas modificado, reaparece como el Sargento X de "Para Esm?, con amor y sordidez", uno de los m?s conmovedores y autobiogr?ficos de los Nueve cuentos. Es probable que haya sido el mismo Salinger quien no regres? de la guerra con "todas sus fa-cul-ta-des intactas". Y est?n los otros, los textos fantasmales que J.D. habr?a escrito en estas d?cadas de ermita?o, cuya existencia se desea m?s que se deduce.

Esto es todo. En conjunto, un corpus breve pero sustancioso. El caso m?s o menos t?pico del autor de una obra concisa pero de enorme impacto, que tiene el poco frecuente m?rito de haber fundado en pocos cientos de p?ginas una voz, un mundo propio, una entera cultura. Como destaca Rodrigo Fres?n, salingeriano irredimible y uno de sus principales fogoneros en la Argentina en los 80 y 90: "Un rasgo importante de sus textos, lo que en su momento fue novedoso para m?, fue el desaf?o de crear todo un mundo propio a partir de los Glass. La idea de que una de las responsabilidades del escritor es inventar todo un ecosistema que lo contenga tanto a ?l como a sus criaturas y a su lector ideal. Como tambi?n el que su literatura exista m?s en funci?n de sus lectores que de sus colegas. Salinger 'ataca' al lector y lo ilumina y, cuando quiere darse cuenta, en muchos casos, ese lector est? terminalmente enfermo: ahora quiere escribir para transmitir el mandato y propagar la plaga".

La de Salinger es una prosa impecable, zumbona sin ser arrogante, tersamente coloquial. El suyo es un universo de t?picos y personajes m?s o menos intercambiables; un elenco restringido de caracteres que transmigran de relato en relato, cambiando a veces de nombre pero no de atributos: el hermano mayor, el sabio protector y maestro, puede llamarse Vincent Caulfield o Seymour Glass. La ni?a encantadora y maravillosamente cuerda puede ser Franny, Esm? o Mattie (la hermanita de Gladwaller). El artista m?rtir, el hermano muerto, la belleza perversa tambi?n bailotean entre las p?ginas como miembros de un clan invisible pero de maneras rigurosas.

De todos los relatos, El guardi?n entre el centeno representa ?lo dice Luis Gusm?n en estas p?ginas? el nombre propio, la peculiar experiencia de la intimidad literaria en medio de (y gracias a) la sociedad de consumo y la cultura de masas. Inaugura un "yo" que habla en secreto a un "vos" y establece, entre ambos, una complicidad indestructible. Aquella primera frase: "Si en serio quer?s que te cuente, lo primero que vas a querer saber es d?nde nac?, y c?mo fue mi jodida infancia, y qu? hac?an mis padres antes de tenerme y todo, toda esa mierda bien David Copperfield, pero la verdad es que no tengo ganas de entrar a hablar de eso", es una declaraci?n de principios: nosotros, vos y yo, lector y escritor, somos ?se dir?a aqu? del mismo palo. Ellos, los phony, los vulgares, truchos, insinceros, hip?critas, snob y artificiales, son el otro radical e intolerable. No importa que esa intimidad sea compartida por millones de lectores que se creen todos apelados como seres ?nicos: al contrario, ?se es el truco. Efecto paradojal y calculado de la mass-culture: el primer?simo primer plano, la mirada a c?mara del conductor de TV, la ca?da de ojos de la estrella de cine, el susurro sibilante de la voz del gal?n radiof?nico son la ret?rica erotizante que permite hablar a un ustedes masivo y an?nimo como si fuera un vos ?ntimo y singular.

Con Holden Caulfield, ese muchacho que se fuga un fin de semana en busca de la iluminaci?n en Nueva York, Salinger obr? ese milagro. Quiz? no es un hecho menor que, tal como el propio J.D. admite en 1941 en una carta a su amiga Elizabeth Murray, el chico Caulfield es un retrato de ?l mismo cuando ten?a esa edad. (Esa carta, una de las que Hamilton no pudo publicar pero que s? cuenta con detalle, muestra a un Salinger inmaduro y ambicioso: seg?n su bi?grafo, es un muchacho callado, t?mido, solitario, pero tambi?n fanfarr?n y "convencido de haber sido ordenado para un alto sacerdocio literario").

Pero as? como hay varios Salinger (Fres?n dice que hay al menos tres: el Salinger 'para todos', el de El guardi?n; el Salinger para fans y adoradores: el de "Un d?a perfecto para el pez banana"; y el Salinger para Salinger: el solipsista de "Seymour: Una Introducci?n"), tambi?n hay varios lectores. Al menos, claramente dos: el adorador de Holden Caulfield, el adolescente rebelde que denuncia el universo falso de los adultos. Y el devoto de los Glass, los siete ni?os adultizados que tratan a la humanidad toda como si se tratara de sus propios hijos.

No es impensable que la de los Glass sea la posici?n espiritual que adopta Salinger-Caulfield una vez que se decide a atravesar ese "mundo falso" de los adultos y, mediante un tr?nsito literario, m?stico e intelectual, se coloca m?s all? de la l?nea del peligro. Por complexi?n an?mica, digamos, siempre est? un poco al costado del mundo, pero poco a poco se humaniza: el sarcasmo ingenioso y burl?n deja paso a una combinaci?n paternal de escatolog?a zen y pietismo cristiano. La par?bola que los textos trazan en conjunto es la de una iniciaci?n interior para sabelotodos.

De all? que la familia Glass resulta, en cierta medida, la m?s intensa y salingeriana de las criaturas de J.D.. Los Glass encarnan creencias y lecturas del autor: una mezcla de Uspanisads del hinduismo, Maester Eckhart, Max M?ller, Lao Ts? combinado con Kafka, Kierkegaard, Tolstoi y Dostoievski. Un vitalismo trascendental, una doctrina ?tica y est?tica que se sintetiza en las palabras que Buddy le escribe a Zooey, el ni?o que ha "nacido para actuar" pero debe enfrentar para eso el deseo de su madre, ella misma ex artista de vodevil: "Act?a, Zachary Martin Glass, cuando y donde quieras ?escribe Buddy?, puesto que crees que debes hacerlo, pero hazlo con todas las fuerzas. Si haces cualquier cosa que sea hermosa en un escenario, algo indefinible que produzca un goce, algo que est? por encima y m?s all? del ingenio y la t?cnica teatral, S. y yo alquilaremos smokings y sombreros de copa y te esperaremos solemnemente en la salida de actores con ramilletes de boca de drag?n".

Los cuentos de Salinger fueron bien saludados en Estados Unidos desde sus comienzos. A fines de los a?os 30, publicar en Esquire o The New Yorker era, inclusive para un muchacho cultivado como Jerry Salinger, el s?mum de la sofisticaci?n. Y pasada la guerra, a comienzos de los 50, su nombre fue r?pidamente integrado al equipo de los narradores sobrios, elegantes y un poco c?usticos del New Yorker. William Faulkner lo se?al? como uno de los mejores de su generaci?n y Scott Fitzgerald lo celebr? p?blicamente como su sucesor (as? como Norman Mailer estaba llamado a reemplazar a Hemingway y Gore Vidal, a John Marquand).

Tambi?n en la Argentina tuvo una entusiasta y casi simult?nea recepci?n: varios autores de la generaci?n de los 60 recuerdan la importancia que tuvo en alg?n momento la historia de Holden Caulfield en la formaci?n literaria de Miguel Briante, Ricardo Piglia, Luis Gusm?n o Germ?n Garc?a, entre muchos otros. Se lo consideraba, junto a Updike, Vidal, Truman Capote, el continuador natural de Faulkner, Dos Passos, Fitzgerald o Hemingway.

Pero algo misterioso sucedi? a partir de un momento. Quiero decir, adem?s de su misantrop?a, que en definitiva no era un hecho tan misterioso como estrafalario, tal vez un poco demasiado hist?rico. De un momento a otro, pas? de ni?o mimado a ser un escritor "dentro de sus l?mites, interesante", como lo juzg? John Updike en su cr?tica a Franny y Zooey. Truman Capote dej? correr la voz de que realmente hab?a escrito ya unos cuantos otros libros, pero que hab?an sido rechazados por su editor. "Es un muerto literario", afirm?.

El mayor golpe lo asest? Mary McCarthy, en un conocido art?culo para Harper's. Lo compar? con Hemingway pero no por una buena raz?n: dijo que ambos "miran el mundo en t?rminos de aliados y enemigos (.) El guardi?n entre el centeno est? basado en un esquema de exclusiones: los personajes se dividen entre quienes pertenecen al club y quienes no". En general, caracteriz? la obra de Salinger como "narcicista y conservadora".

En la Argentina, el papel del desacralizador estuvo a cargo de Jaime Rest. En el n?mero 5 de Punto de vista (1979), el que fuera profesor adjunto de Borges escribi? una cr?tica peque?a y desarmante donde dec?a que en los textos de Salinger "ninguna palabra est? fuera de lugar, como tampoco lo est? ninguno de los atuendos que exhiben los modelos en los anuncios comerciales". Rest desconfiaba del espiritualismo "a la moda" y los ataques neurast?nicos de sus personajes. Y finalizaba su art?culo diciendo que sus admiradores "exageran estrepitosamente sus m?ritos compar?ndolo al excepcional e incorporable Mark Twain, y al m?s modesto pero sin duda notable Fitzgerald".

Quiz? fue un efecto de saturaci?n: demasiado ?xito para demasiados pocos textos. Quiz? fue su carencia completa de cr?ditos acad?micos. Quiz? no le perdonaron su "juvenilismo" ni su falta de compromiso en causas sociales y pol?ticas como la guerra de Vietnam, o tal vez fue el precio que Jerry Salinger pag? por su propia educaci?n espiritual. Sea como sea, hubo que esperar a los 90 para que se lo volviera a reconocer entre los verdaderamente buenos del siglo XX. Cuando cumpli? 80 a?os, The New York Times y The New York Review of Books le dedicaron sendos homenajes y la rueda volvi? a comenzar.

El escritor Juan Forn, ?l tambi?n un lector ?vido y un difusor generoso de Salinger en las ?ltimas dos d?cadas, comenta que "ciertos libros, le?dos en cierto momento, convierten a sus lectores en miembros de una suerte de secta secreta. Eso pasa con los libros de Salinger, como con los de Julio Cort?zar o Henry Miller. Mucho m?s cuando el personaje est? rodeado de un mito tan potente. Ahora, cuando se desmigaja el mito, queda la literatura. En este caso, una mezcla artesanal, bien controlada, de pathos, emoci?n, dominio endemoniado de la t?cnica y una emocionalidad descarada que, por su sola falta de escr?pulos, es simplemente asombrosa".

Dicen que Jerry sigue escribiendo todos los d?as, inclusive hoy, a sus 85 a?os reci?n cumplidos. Debe ser algo digno de leerse, si no le perdi? la mano.

Foto: montaje con un par de las pocas fotografias conocidas del autor.


Salinger b?sico

NUEVA YORK, 1919. ESCRITOR.

Tres partes tiene la vida de Jerome David Salinger. La primera muestra a un adolescente enfrentado con su padre, un rico empresario jud?o que quer?a convertirlo en su sucesor. El cierre de la etapa lo da la Segunda Guerra, donde ve morir a decenas de sus compa?eros en Normand?a. La segunda fase es literaria, en la que el nombre de Salinger es inseparable de la novela corta de 1951 "El guardi?n entre el centeno" y la saga de la familia Glass: "Franny y Zooey" (1961), "Levantad, carpinteros, la viga maestra" y "Seymour: Una introducci?n" (de 1963). Varios de sus "Nueve cuentos" (1953) est?n entre los mejores de la producci?n literaria norteamericana. Y la etapa final ?que contin?a hasta hoy? se inicia en 1965, cuando se aparta del mundo (no da reportajes ni acepta fotos) y deja de publicar, aunque sigue escribiendo.


ME PARECE

La iniciaci?n

LUIS GUSMAN. ESCRITOR

En una ?poca, la literatura le daba nombre a las personas. Basta citar Cien a?os de soledad, que nos permiti? distinguir a los aurelianos y las amarantas. Es probable que los lectores extra?en esos personajes que con su nombre propio decid?an no s?lo un modo de vivir, sino de morir. Ante determinado acto, alguien pod?a decir: "me siento un Raskolnikov". La literatura argentina no abunda en ejemplos as?, aunque est?n Erdosain y, forzando el argumento, Funes. En los 60, la Maga de Cort?zar se inscrib?a en un modo de vivir. Este breve recordatorio cumple la funci?n de introducir a Holden Caulfield, protagonista de El Cazador oculto. Sin duda, la experiencia de Holden es una visi?n del mundo.

Es posible que El Cazador atrape siempre a los j?venes lectores por su car?cter de novela de iniciaci?n. Holden tiene un aire de h?roe tragic?mico sin perder por ello cierto tono ?pico. S?lo los j?venes conocen momentos as?. Y el humor ?cido del personaje registra esos momentos exagerados tanto en el entusiasmo como en el desencanto. El libro est? en la tradici?n de esas novelas de iniciaci?n donde la educaci?n del adolescente es un tema a tener en cuenta por la sociedad, por la familia y por ?l mismo. En esa l?nea se inscriben las vicisitudes de Jakob Von Gunten, de Walser, y las Tribulaciones del estudiante T?rless, de Musil, donde un interno se suicida.

En El cazador, el drama se desarrolla en el colegio Pencey, de Pennsylvania, que desde 1888 viene moldeando j?venes y los convierte en hombres brillantes. Holden se burla de las bondades de una instituci?n que busca garantizar un porvenir. En la novel?stica norteamericana se podr?a armar un circuito que va desde Gatsby a Quentin Compson a partir de la influencia que ejerce "la vida claustral".

Holden nos sumerge en un mundo donde el misterio es iniciaci?n. Nos recuerda que tambi?n para los hombres perder la virginidad es algo dram?tico. Y que con la sexualidad comienzan los malentendidos. "El sexo es lo que no se entiende", exclama perplejo Holden. Y ese malentendido produce su modo de hablar, hacer chistes y cuestionar el mundo adulto hasta la injuria.


EL PERSONAJE OCULTO

Veleidades de un escritor de clausura

Es un poco desconcertante, pero prueben imaginarlo: si Holden Caulfield viviera hoy, tendr?a 69 a?os. Tanto o m?s desconcertante es evocar el misterio alrededor de Jerome David Salinger, su autor y alter ego, a quien la fama ?una fama buscada, seg?n han podido reconstruir sus laboriosos y sufridos bi?grafos? que le depar? ese primer libro le provoc? semejante n?usea que hoy, 51 a?os despu?s, todav?a le dura.

Pero empecemos desde el principio. Salinger naci? el primer d?a del a?o 1919, hijo de madre irlandesa llamada Mar?a que hab?a sido actriz y que cambi? su nombre por el de Miriam cuando se cas? con Solomon. Sol era un jud?o importador de quesos. La familia viv?a en un hermoso apatamento del Upper East Side de Manhattan, y recib?an cada tanto la visita de los Hermanos Marx.

El joven Jerry no era un gran estudiante, pero s? seguramente precoz. Quiz? para diciplinarlo ?si bien Jerry ten?a clara inclinaci?n al teatro y la literatura?, sus padres lo mandaron a un colegio militar, el Valley Forge, donde obtuvo calificaciones fam?licas. Pero no perdi? el tiempo y aprovech? para tomar notas mentales (Valley Forge es el modelo de Pencey, el colegio de Holden Caulfield). Cuando termin?, Sol le propuso a su hijo trabajar en la empresa familiar y lo mand? de viaje a Austria y Polonia para aprender el negocio. Jerry fue, pas? cinco meses en Europa, pero se neg? a trabajar con Sol. De regreso, en 1938, coquete? un tiempo con el teatro pero se inclin? definitivamente por la literatura. Seg?n la descripci?n de su bi?grafo Ian Hamilton, J.D. era entonces un muchacho con aire de indulgente superioridad, enteramente convencido de su destino de escritor. Empez? a publicar en "Esquire" y "The New Yorker" espor?dicamente y se anot? en Ursinus College, de Pennsylvania, esperando ganar tiempo ante su familia. En la revista del campus escrib?a cr?ticas de cine (detestaba a Shirley Temple; admiraba a Mickey Roonie), y practicaba el tono Caulfield: "Cuando haces una cosa demasiado bien, al cabo de un tiempo si te descuidas, empiezas a alardear de ello". Por esa ?poca sali? con Oona O'Neill, la hija del dramaturgo Eugene O'Neill y una belleza famosa (con su amiga Gloria Vanderbilt, hac?an un d?o de beldades brillantes). Cuando la chica, poco despu?s, contrajo matrimonio con Charles Chaplin (entonces, de 54 a?os), J.D. se deprimi?. Se alist? voluntariamente en el ej?rcito durante la Segunda Guerra, en inteligencia. Particip? en el desembarco en Normand?a y, seg?n comenta su hija Peggy en "Dream Catcher" (su libro de memorias, bastante amargas, sobre la vida con su padre), J.D. tuvo que interrogar a agentes de la Gestapo. La experiencia de la guerra lo afect? mucho. Contrajo matrimonio con una m?dica francesa, con quien ?aseguraba? ten?a una fuerte relaci?n telep?tica?. Duraron 8 meses.

De regreso a los Estados Unidos, al fin lleg? su hora. Empez? a publicar regularmente relatos en "The New Yorker" (pagaban ?dos mil d?lares! por relato), e integraba el n?celo de los escritores relevantes de su generaci?n. En 1951, sus esfuerzos por ser un profesional de la escritura daban resultados visibles. Se public? en libro "El guardi?n entre el centeno" y en seguida fue un suceso. Al a?o siguiente, J.D. confes? en una entrevista que estaba muy contento porque el ?xito de la historia de Caulfield empezara a decrecer. Error: el suceso de la novela se sostuvo en un promedio de 250 mil ejemplares anuales. En 1968 fue proclamado uno de los 25 libros m?s vendidos desde 1895.

Algo de todo esto hizo explosi?n en Salinger, quien a fines de ese mismo a?o se llam? a silencio. S?ndrome de Rimbaud, impulso Bartleby y tambi?n pol?tica del ?xodo, como dir?an hoy los militantes autonomistas; s?lo que la defecci?n no es del Estado sino, primero y sobre todo, del mercado y los medios de comunicaci?n, de la fama, la mediocracia y el star system. El discurso espiritualista es s?lo el color m?s bien ocasional del ant?doto contra el sinsentido, la falsedad y la siniestra "normalidad" que debe haber sentido Salinger en la pax americana de los a?os 50.

Veamos la secuencia de cerca. Corre 1952. Salinger le recomienda a su editor brit?nico que trate de editar a Sri Ramakrishna. Falta una d?cada para la explosi?n orientalista de la Costa Oeste y hace apenas cuatro a?os que el primer texto de Suzuki se tradujo al ingl?s. Cuando Salinger abraza la religi?n de Oriente, por llamarla de alg?n modo, a?n no era moda. Desde su regreso de la guerra, ?l estaba buscando "poder decir algo de verdad". En el invierno de 1952-53, estaba trabajando en "Teddy", un relato de los "Nueve cuentos" sobre un ni?o "iluminado" de fe reencarnacionista. Esa misma temporada se busc? un refugio en Nueva Inglaterra. Lo encontr? en Cornish, New Hampshire y se mud? el d?a de su cumplea?os de 1953. Hab?a encontrado un hogar.

Desde aqu? en m?s, la historia es brev?sima y se conoce apenas por dichos. Jerry permanece oculto y dispara perdigones a quien se quiera meter en su peque?o mundo privado. Vegetariano, fan?tico de la medicina homeop?tica, se dice que fue un espor?dico adepto de la iglesia de la cientolog?a. Le gustan las jovencitas. A una de ellas, una estudiante de 19 a?os que hab?a publicado un buen cuento, le escribi? en 1970 una carta aconsej?ndole no ceder a los atractivos peligros de la fama. Ella ?se llamaba Joyce Maynard? se fue a vivir con ?l, y permaneci? nueve meses. Treinta y pocos a?os despu?s, juzg? que la vida pod?a convertirse tambi?n en dinero y escribi? sus memorias, y vendi? sus cartas, y obtuvo el dinero que necesitaba para mandar a sus tres hijos a la universidad. Jerry, en tanto, sigue all?, inexpugnable: se dice que es un televidente entusiasta (era fan de Dinast?a) y que escribe todos los d?as. Que tiene una quincena de novelas sobre la saga de los Glass sin publicar y que no piensa darlas a conocer.

Curioso: desde los 44 y hasta los 85 a?os reci?n cumplidos el pasado 1? de enero, Salinger devino el m?s afamado literato de clausura que conoci? la sociedad del espect?culo. No el m?s esquivo. Thomas Pynchon le gana, porque no se dej? fotografiar jam?s y porque en vez de retirarse a un refugio en la agreste colina ?y convertirse as? en un blanco m?s atrayente que una taza de miel para las moscas?, decidi? no salir jam?s del laberinto intrincado de Nueva York y se volvi? inhallable. Aun as?, alguna fibra ?ntima de Jerry Salinger debe sonre?r por su doble triunfo. F.C.


ME PARECE

El maestro oscuro y sutil

PABLO DE SANTIS. ESCRITOR

Recuerdo que el primer libro que compr? de Salinger fue Levantad, carpinteros, la viga maestra. Ten?a 16 a?os y lo encontr? en una librer?a escondida en una galer?a de Primera Junta. No sab?a qui?n era Salinger; el t?tulo me llam? la atenci?n, y tambi?n que no tuviera texto en la contratapa (m?s tarde me enterar?a de que ?sa era una de las tantas man?as del escritor). "Aunque parezca muy desordenado, creo que deber?a insertar aqu? un p?rrafo para responder a un par de preguntas embarazosas. En primer lugar ?por qu? segu?a sentado en el auto?" Esa fue la frase que le? y me conquist?, al punto de que a?n la recuerdo. Ese ligero desacomodamiento con respecto al mundo se extiende a todos sus protagonistas. El secreto de su escritura tal vez est? en la absoluta familiaridad con la que trata la absoluta extra?eza.

Aunque su personaje m?s conocido es Holden Caufield, protagonista de El guardi?n en el centeno, es Seymour Glass quien ocupa el centro de su narrativa. Tiene la misi?n de unir a trav?s de su investidura de enigma regiones distantes, y su delicado fantasma pasa de Levantad, carpinteros a Un d?a perfecto para el pez banana y a Franny y Zooey, los relatos dedicados a la familia Glass. Seymour es el maestro pero tambi?n el suicida; el que vive la historia pero tambi?n el que introduce la atemporalidad de los relatos zen; el hermano mayor pero tambi?n el ni?o eterno. Buena parte de la obra de Salinger es una meditaci?n sobre los mensajes que deja este maestro oscuro: inscripciones en el vidrio de un ba?o, cartas interminables o par?bolas orientales.

La constante apelaci?n de Salinger al lector es quiz? lo que m?s ha envejecido, y lo que m?s estragos ha hecho en el campo de la imitaci?n involuntaria. Por detr?s de esta facilidad de comunicaci?n, queda el Salinger m?s sutil. Prefiero, entre sus p?ginas, Levantad, carpinteros (el regreso de Buddy Glass de la frustrada boda de su hermano Seymour, que dej? plantada a la novia) y su extraordinario cuento El hombre que r?e, una melanc?lica reflexi?n sobre el arte de narrar y sobre el gobierno absoluto que algunos cuentos ejercen en la infancia..."

Fuente: Revista ?, Clarin.com

domingo, enero 18, 2004

Curiosidades de Buenos Aires.

"...MEMORIA URBANA: INVESTIGACIONES DE LAS JUNTAS DE ESTUDIOS HISTORICOS

Curiosidades porteñas: cómo recuperar la "otra" Historia

Historiadores y aficionados buscan y difunden datos del pasado poco conocidos. Se fijan en detalles y anécdotas. Así rescatan desde rarezas de edificios, iglesias y plazas hasta los caprichos de los pioneros.

Pablo Novillo. .
pnovillo@clarin.com

Durante sus 423 años, Buenos Aires fue acumulando cientos de historias, muchas escondidas en el olvido. Por eso, varios vecinos aficionados a la Historia, como cruzados de la memoria, buscan en las calles de la Ciudad los datos sobre ese escurridizo pasado que no llegan a los manuales. Clarín entrevistó a representantes de diferentes juntas de estudios históricos porteñas, quienes contaron sus "anécdotas" preferidas.

¿Una estación de tren "provisoria" que cumplirá 100 años? ¿La nieta de Napoleón enterrada en Recoleta? ¿Un monumento a Sarmiento desproporcionado? Estas son algunas de las curiosidades de la "Reina del Plata":

Tres asimetrías en la Plaza de Mayo

Curiosamente, el centro político y fundacional de la Ciudad tiene un par de cuestiones "descentradas". Una de ellas es la Pirámide de Mayo. El monumento se hallaba originalmente frente a la Catedral, pero con la construcción de la línea A de subte, en 1911, la trasladaron al centro de la plaza. Sin embargo, por un error de cálculo, la Pirámide quedó corrida un metro a la izquierda del centro exacto. Esto se puede comprobar parándose en la vereda de Bolívar, a la altura del eje de la Avenida de Mayo, mirando hacia la Casa Rosada.

Desde esa posición también se podrá observar que, precisamente, la Casa de Gobierno tampoco es simétrica. Se debe a que, originalmente, allí había dos edificios. El que da a Hipólito Yrigoyen era la sede del Correo, que se empezó a construir en 1873 por orden del entonces presidente Domingo F. Sarmiento. Luego, en 1882, el general Julio Argentino Roca mandó hacer el Palacio de Gobierno, que da sobre Rivadavia. Ambos edificios, concebidos por arquitectos suecos, fueron unidos por el italiano Francesco Tamburini —uno de los que diseñó el Teatro Colón— mediante el arco y el pórtico que hoy constituye la entrada. Pero como había una diferencia de altura de 20 centímetros entre las edificaciones, todavía se ve que la cornisa está "quebrada", no es recta. Además, en 1938 se demolió un sector para ensanchar la calle Yrigoyen.

La tercera asimetría está en la Catedral. Desde 1620, la sede religiosa sufrió siete derrumbes. Cuando se comenzó a construir el edificio actual, hacia 1760, otro error de cálculo produjo una desviación hacia la derecha de 1,5 metro aproximadamente. Al pararse en la nave central o la lateral que da hacia Diagonal Norte, se verá la diferencia y la "fuga" a la derecha en el suelo.

Desde la eternidad, hay un testigo que no se cansa de observar la Plaza de Mayo. "A continuación de la Catedral, en Diagonal Norte y San Martín, hay un edificio de oficinas. El arquitecto que lo construyó, Eduardo Le Monnier, mandó hacer una oficina para él, que orientó hacia la plaza. Debajo de los balcones, junto a una serie de figuras griegas, hay un rostro de un señor pelado de bigotes. Es el arquitecto", cuenta Eduardo Lazzari, presidente de la Junta de Estudios Históricos del Buen Ayre.

San Telmo, o el barrio de las religiones

Colonial y porteño por excelencia, el barrio de San Telmo se caracterizó por albergar a los primeros criollos y, luego, a inmigrantes italianos, españoles o uruguayos. Pero, debido a la cercanía con el puerto, en sus calles también hubo espacio para otras colectividades. Ejemplo de ello son cuatro iglesias de cultos poco difundidos en el país.

Como la sueca, en avenida Garay y Azopardo, que fue construida entre 1910 y 1920. A pocas cuadras, en Carlos Calvo al 200, se halla la de la colectividad dinamarquesa, típica por sus ladrillos rojos. "Hubo otra sede religiosa —recuerda Lazzari—, la de los noruegos, en avenida Paseo Colón entre San Juan y Cochabamba. Pero fue demolida cuando se trazó la autopista 25 de Mayo".

La más impactante es la catedral ortodoxa rusa, en Brasil entre Defensa y Balcarce, que se empezó a levantar en 1910. No sólo llama la atención por su diseño, también porque es la principal iglesia de este culto en toda América. Allí las ceremonias aún se realizan en lengua eslava.

Una nieta de Napoleón en la Recoleta

Como varios poderosos, Napoleón Bonaparte acostumbraba tener hijos extramatrimoniales. Así nació el conde Alexandre Walewski, descendiente del emperador francés y la condesa polaca Marie Walewska.

En mayo de 1847, Walewski llegó al país como representante de Francia, para negociar con el gobierno de Rosas el levantamiento del bloqueo comercial que sufría el puerto de Buenos Aires. Con él vino su mujer, Marie Anne de Ricci, que estaba embarazada. Y aquí nació su hija, Isabelle, pero murió a los dos meses. Fue enterrada en la Recoleta, en la cripta de Mariquita Sánchez de Thompson, que la había amadrinado.

La estatua de Rodin, la cabeza de Sarmiento

Al célebre escultor francés Auguste Rodin el Gobierno argentino le hizo un encargo: realizar una escultura de Domingo Sarmiento. La obra, inaugurada en 1900 y emplazada en la esquina de las avenidas Sarmiento y Del Libertador, fue la única escultura hecha por el artista para América (las otras que hay en el continente fueron traídas luego).

Para inmortalizar al "gran maestro" argentino, Rodin se basó en un retrato. Pero, paradójicamente, el autor de la escultura "El pensador" jamás supuso que la anatomía de Sarmiento podía ser motivo de discusión, y por eso diseñó un cuerpo con proporciones normales.

El problema es que Sarmiento era un conocido "cabezón", rasgo que el monumento no refleja, lo que motivó varias críticas.

Tesoros perdidos en el cementerio de Flores

Cuenta Angel Prignano, presidente de la Junta de Estudios Históricos de Flores: "En la década del 40, dos ladrones robaron una gran fortuna de un banco. Estamos investigando, pero la leyenda dice que, para escapar de la Policía, escondieron la plata en unos caños y los enterraron en el cementerio de Flores, en la barranca que da a la calle Castañares". Cuando los apresaron, uno de los ladrones confesó el delito. Y desde ese momento el tesoro siguió oculto en el cementerio. Varios cazafortunas lo recorrían con palas buscando el botín. Hasta que, hacia los 70, se construyó un paredón que impidió la entrada al cementerio. Así, el tesoro quedó enterrado, y ya nadie lo encontró...¿o sí?

Al sur, una Lugano como en Italia

El empresario italiano José Soldati desarrolló gran parte de los barrios del suroeste de la Ciudad, como Villa Lugano. ¿A qué se debe el nombre de este barrio? Cuando el ferrocarril de la Compañía General de Buenos Aires (hoy Belgrano Sur) empezó a expandirse, entre 1907 y 1913, Soldati vendió parte de sus tierras para que pasaran las vías.

Todas las estaciones de esa línea tienen un diseño arquitectónico similar, menos la de Lugano. Es una réplica de la casa natal de Soldati, en el pueblo de Lugano, Italia.

La doble fidelidad de don Antonio

Otro de los inmigrantes que hizo mucho por Buenos Aires fue el conde Antonio Devoto, fundador del barrio que lleva su nombre.

Entre uno de sus legados está la iglesia de San Antonio, en Lincoln y San Nicolás. La construcción arrancó en 1884, pero quedó frenada por muchos años. Hasta que don Antonio la tomó a su cargo, y en 1928, el templo fue inaugurado.

En su interior yacen los restos de su gestor. Pero Devoto no está solo: junto a él sepultaron a quienes fueron sus dos esposas, Rosa Viale y Celina Pombo, para que lo acompañen en el "más allá".

Cuando en Belgrano había camposantos

Cuando Belgrano era todavía un pueblo independiente de Buenos Aires, su parroquia principal era la de Arribeños y José Hernández. Sin embargo, la Comisión Municipal le solicitó al Arzobispado de la provincia un permiso para levantar otra iglesia, que hoy es la "Inmaculada Concepción", más conocida como "la Redonda", en Juramento y Vuelta de Obligado. A cambio del permiso, el Arzobispado requirió la construcción de un cementerio. El camposanto fue inaugurado el 21 de enero de 1860, en la manzana de Blanco Encalada, Zapiola, Monroe y Avenida Balbín. "Funcionó hasta 1875. Hoy, en ese lugar hay viviendas", explica Silvia Vardé, secretaria de la Junta de Estudios Históricos de Belgrano.

Pero ése no fue el único cementerio de la zona. En lo que ahora es la plaza Marcos Sastre (entre Monroe, Miller Valdenegro y las vías del Mitre), en el límite con Villa Urquiza, funcionó otro entre 1874 hasta 1898. Por decreto habían ordenado su emplazamiento en 1871, porque después de la epidemia de fiebre amarilla el cementerio de Recoleta no daba abasto.

La estación provisoria que cumple 100 años

Los retrasos en las grandes obras y las promesas incumplidas no son propiedad de los años recientes. En 1904, fue inaugurada la terminal del ferrocarril San Martín, en Retiro. En principio se trató de una estación "provisoria por seis meses", mientras se prolongara la línea, que tendría su terminal en la actual esquina de las avenidas Córdoba y Leandro N. Alem. Como es evidente, la parada final del Ferrocarril del Pacífico nunca se construyó, y hoy la terminal provisoria entró en el año de su centenario.

En Caballito hay una iglesia al revés

Siguiendo con las iglesias, en avenida Rivadavia y Campichuelo está el templo de Nuestra Señora de Caacupé. Originalmente fue la capilla de la casa que se encontraba en ese predio, donde alguna vez vivió Rudecindo Roca, hermano del presidente. Luego, formó parte del colegio de monjas "Santa Unión de los Sagrados Corazones". En 1983 pasó a ser una iglesia pública, después de haber sido usada incluso como depósito.

La rareza del templo es que tiene la entrada principal del lado opuesto a la calle. Hasta que le hicieron una puerta lateral, los fieles estaban obligados a caminar unos 100 metros desde la vereda para entrar. Pero ésa no es la única particularidad de la iglesia: conserva un altar que perteneció a la Catedral porteña.

Tomado de: Clarín.

sábado, enero 17, 2004

Más de la Segunda Guerra Mundial y sus horrores: un increíble e inmenso archivo fotográfico será exhibido en Internet.

"...TOMADAS DESDE AVIONES DE GUERRA BRITÁNICOS

Cinco millones de fotos sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial se muestran en Internet

La Universidad de Keele ha ordenado y digitalizado 40.000 cajas de material

EFE

Los bombardeos aliados sobre la playa de Omaha el Día D. (REUTERS)

LONDRES.- Más de cinco millones de fotos únicas de la Fuerza Aérea del Reino Unido sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se divulgarán por primera vez el próximo lunes en Internet, según ha anunciado la Universidad británica de Keele. El archivo está formado por fotos increíbles que muestran el terror del campo de exterminio nazi de Auschwitz (Polonia) o el crucial desembarco de las tropas aliadas en Normandía (Francia).

Las instantáneas, tomadas con cámaras de alta resolución por los aviones de la Royal Air Force (RAF), sirvieron a los mandos militares aliados para diseñar estrategias con el fin de derrotar a las fuerzas alemanas que habían invadido gran parte de Europa.

La divulgación de estos documentos gráficos corre a cargo de la Universidad de Keele, en el noroeste de Inglaterra, que ha ordenado y digitalizado el amplio catálogo fotográfico para crear el llamado Archivo de Reconocimiento Aéreo (TARA, en sus siglas inglesas).

El responsable del proyecto TARA, Allan Williams, se declaró "emocionado" por la fuerza expresiva de muchas de las fotos. "Estas imágenes nos permiten ver la guerra en primer plano, como si fuéramos pilotos de la RAF".

Pilotos y oficiales de reconocimiento

"Los pilotos y oficiales de reconocimiento fotográfico son, realmente, uno de los grupos más olvidados de la comunidad del espionaje. Y su trabajo tuvo la misma importancia que las operaciones especiales", comentó Williams.

Entre las fotos más impactantes se incluye una en la que se aprecian las densas nubes de humo que emanaron desde Auschwitz en los últimos meses de la guerra, antes de que los soldados rusos descubrieran el espanto que encerraba aquel centro de exterminio.

Los aviadores británicos captaron esa imagen el 23 de agosto de 1944, cuando el número de prisioneros muertos en el campo de concentración era tan grande que los crematorios no daban abasto y los nazis tuvieron que prender los cadáveres en fosas comunes.

A la izquierda, una columna de humo saliendo del campo de exterminio de Auschwitz. (REUTERS)
La fotografía, obtenida mientras eran asesinados cientos de miles de judíos húngaros, tiene una precisión muy elevada, ya que pueden distinguirse las filas de presos que esperaban a que los guardias pasasen lista para introducirlos en las cámaras de gas.

Esa instantánea resulta "muy emotiva", según Williams, quien cree que, según su información y la opinión de otros expertos, "no hay otras fotografías de reconocimiento de Auschwitz de aquel momento, no se han publicado en ningún sitio".

También impresionan las fotos que reflejan el efecto devastador del bombardeo efectuado el 30 de mayo de 1942 por hasta 1.000 aviones de la Royal Air Force contra la ciudad alemana de Colonia.

Guardadas en 40.000 cajas

Hasta ahora, el archivo -entregado en 1962 a la Universidad de Keele- había sido prácticamente inaccesible, ya que una simple consulta para encontrar una imagen concreta implicaba una ardua y larga búsqueda manual en 40.000 cajas.

Entre los escasísimos usuarios de esta valiosa colección figuran las agencias de desactivación de explosivos, que utilizaron las fotos para buscar en Europa las bombas arrojadas por los aliados que no llegaron a explotar.

También ha accedido a este monumental archivo el cineasta de Hollywood Steven Spielberg, quien revisó algunas fotos para rodar la serie de televisión 'Band of brothers', ambientada en la Segunda Guerra Mundial y protagonizada por el actor Tom Hanks.

En opinión de Allan Williams, este valioso material puede influir en el estudio histórico de la contienda bélica, pues los soldados que sobrevivieron "a menudo no recuerdan bien lo que sucedió, pero si se les enseñan las fotos, eso puede cambiar sus recuerdos".

A partir del próximo lunes, día 19, los cibernautas de todo el mundo podrán contemplar estas imágenes fascinantes en el portal de Internet www.evidenceincamera.co.uk..."

Fuente: El Mundo (España).

viernes, enero 16, 2004

Un mito de la Segunda Guerra Mundial, una leyenda del mar, podria ser reflotado y restaurado.

"...EN 1939 LO HUNDIO SU PROPIO CAPITAN EN EL RIO DE LA PLATA

Planean rescatar y restaurar el Graf Spee, el mítico acorazado nazi

Participarán expertos uruguayos, argentinos y alemanes. Empezarán el 29 de enero, extrayendo el telémetro, que pesa unas 27 toneladas. En el operativo intervendrá un centenar de especialistas.

Liliana Moreno.
limoreno@clarin.com

El acorazado alemán Admiral Graf Spee se hundió el 17 de diciembre de 1939 frente a Punta Yegua, a unos siete kilómetros del puerto de Montevideo. Sin embargo, su relato se niega a quedar atrapado en los libros de historia. Este es el caso: a partir del 29 de enero un equipo de expertos uruguayos, argentinos y alemanes dará el primer paso en el proyecto para rescatar y restaurar la totalidad del buque.

La operación que se realizará el 29 —y que requerirá la participación de más de 100 personas— será la extracción del telémetro, el equipo óptico que usaba el acorazado para apuntar sus cañones. Mide 10,50 metros de largo, seis de alto y pesa 27 toneladas. "Es una pieza relativamente sencilla de extraer y muy significativa. Debería tener adosado el primer radar que se instaló en un buque de guerra", explicó el director de la operación, el uruguayo Héctor Bado. Bado es un buzo profesional que ha participado en la ubicación de alrededor de 180 barcos en la costa de su país. En este rescate trabajará junto al arqueólogo argentino Atilio Nasti, y ambos serán asesorados por el doctor Mensun Bound, director de Arqueología de la universidad británica de Oxford, quien ayer aterrizó en Uruguay.

El Graf Spee fue uno de los principales objetivos de la Real Armada Británica al declararse la Segunda Guerra Mundial, ya que su notable capacidad de fuego les provocó enormes pérdidas a los buques aliados en el Atlántico Sur.

En diciembre de 1939, frente a las costas uruguayas, tres barcos ingleses —el Ayax, el Exeter y el Aquilex— combatieron contra el acorazado alemán en la llamada "Batalla del Río de la Plata". El Graf Spee fue seriamente averiado y se refugió en el puerto de Montevideo, pero las autoridades lo obligaron a abandonarlo. De regreso al Río de la Plata, el capitán Hans Langsdorff ordenó a sus tripulantes abandonar el buque y lo hizo estallar. Su intención fue que no fuera "capturada" la tecnología alemana, una de las más avanzadas del mundo.

Desde entonces el Graf Spee está hundido en las barrosas aguas del Río de la Plata, a ocho metros de profundidad y partido en dos. De la proa a la torre de artillería de popa está en una sola pieza, enterrada en el lodo casi hasta la mitad. A siete metros de distancia, la popa está apoyada en el fondo de forma natural. "El barco desplazaba 12.700 toneladas —explicó Bado— y estimamos que adentro debe haber entre seis y ocho mil toneldas de barro. Si el barco fuera extraído en esas condiciones, no lo soportaría. Hay que alivianarlo. También sabemos que el casco está en buen estado y que es posible lograr su reflotamiento".

La mejor previsión de los expertos es que si el barco se puede sacar completo, el trabajo durará entre tres y cuatro años. "La restauración, en cambio, es infinita", dijo Bado. Depende de en qué estado se encuentren sus piezas y a qué nivel de originalidad se lo quiera llevar. En este punto, empresas alemanas que intervinieron en la construcción del acorazado ofrecieron su colaboración.

Si bien la intención declarada del grupo que lidera Bado es reflotar el Graf Spee y "exhibirlo en Montevideo para todo el mundo", éste es un emprendimiento netamente privado, que sí cuenta con la colaboración del gobierno uruguayo que declaró al proyecto de interés turístico.

Privado y monstruosamente caro. Aunque los estudios preliminares —investigaciones pormenorizadas de todas las variables— llevarán alrededor de seis meses, Bado cree que a mediados de febrero tendrán una aproximación del costo del proyecto, cuando la empresa de rescate contratada defina los números. Por este puesto disputan tres firmas, de nacionalidad argentina, brasileña y holandesa. "Sí sabemos que van a ser muchos millones de dólares —sostuvo Bado—, sobre todo por la restauración, que llevará un tiempo inestimable..."

Tomado de: Clarín.

martes, enero 13, 2004

Los grandes relojes de la Reina del Plata:

"...PATRIMONIO URBANO: EN TORRES, ORGANISMOS PUBLICOS E IGLESIAS

Los grandes relojes de la Ciudad luchan contra el paso del tiempo

Sólo funcionan 40 de los 85 relojes monumentales. Y son muy pocos los expertos encargados de cuidarlos. El Gobierno porteño recuperó algunos, pero no hay normativa para los edificios privados.

Jéssica Fainsod.
jfainsod@clarin.com

Hay que ubicarse en el tiempo. "En la Buenos Aires de hace más de cien años no era usual usar reloj pulsera o de bolsillo. Era un objeto-adorno sólo utilizado por la clase pudiente. Por eso los relojes de los monumentos, iglesias o torres eran los que guiaban la puntualidad de la ciudad", cuenta el investigador Horacio Spinetto.

Imponentes, esbeltos, estilizados por largas agujas que se mueven entre números romanos. Según el último relevamiento realizado por la Subsecretaría de Patrimonio Cultural de la Ciudad (en 2001), suman 85. En su mayor parte fueron instalados entre 1880 y 1930. Hoy continúan en lo alto, pero muchos sufrieron la desidia. Son apenas 40 los que siguen dando la hora.

De eso puede dar fe Alberto Selvaggi, relojero de profesión desde hace 48 años, el único integrante argentino de la Sociedad de Relojeros de Inglaterra. No hay reloj de Buenos Aires que no conozca. "Luché tanto por ellos que ya conseguí que se pusiesen en funcionamiento varios de los que estaban con el corazón estancado", comenta Selvaggi, considerado patrimonio viviente por la Secretaría de Cultura porteña.

Mantener, arreglar, cuidar relojes de torre es un oficio en extinción. Pero quienes aún lo hacen conocen las nimiedades y las grandezas de cada uno. Por eso saben detallar cuáles volvieron a funcionar. Selvaggi mira a lo lejos y los nombra: "El reloj de la Casa de la Cultura, el de la iglesia de Santa Felicitas y el de la iglesia del Pilar".

La Subsecretaría de Patrimonio Cultural porteña puso en marcha, hace tres años, un proyecto de restauración de relojes monumentales. "Tienen un alto valor simbólico para la historia pública y privada de la ciudad. Marcan el tiempo desde la época en que no se contaba fácilmente con relojes individuales u hogareños, y muchos de ellos acompañan, casi desde sus comienzos, a la sociedad criolla —enfatiza la arquitecta Nani Arias—. Así ya arreglamos el del Hospital Fernández, el de la iglesia de San Ignacio y el de la Casa de la Cultura. Y estamos en plan de restaurar ocho más".

A tal punto los relojes monumentales fueron trascendentales para la cotidianeidad de Buenos Aires que Juan Manuel de Rosas les dedicó un decreto. En efecto, el 17 de enero de 1849 dispuso que el reloj del Cabildo fuera "el regulador legal del tiempo". De todos modos, hoy, como cuenta Selvaggi, "es el reloj de la Legislatura el que, por tradición, rige la hora de la ciudad". El se ocupa de cuidarlo y ponerlo en hora. Para ello no descansa ni los domingos. Todos los días tiene que subir los 20 pisos por escalera, ya que el ascensor no funciona desde principios de año, para verificar que las agujas ni atrasen ni aceleren. "El reloj tiene 73 años y funciona con un sistema de pesas que son cargadas eléctricamente. Vivo a cinco cuadras de la Legislatura. A la mañana, lo primero que hago antes de desayunar es asomarme por la ventana para verificar que esté bien".

De los relojes monumentales que funcionan no todos lo hacen como en su origen. Por ejemplo, cuando después de 40 años el reloj de la iglesia de Santa Felicitas, en Barracas, volvió a repiquetear sus campanas en 1999, los vecinos comenzaron a quejarse del ruido. Hasta llegaron a hacer juicio. Y en enero de 2000 la Fiscalía Contravencional ordenó que cesara de sonar. Aunque meses después, en una audiencia de conciliación se resolvió que pueden repiquetear, pero sólo hasta las 9 de la noche.

La sección Relojería de la Dirección General de Mantenimiento Edilicio tuvo su época de oro en los años 30, cuando necesitaba 20 relojeros para mantenimiento. Hoy sólo cuenta con media docena de empleados. Carlos Caserta, con 35 años de relojero, a cargo del área, mientras muestra con orgullo el reloj de la Torre Monumental (más conocida como la Torre de los Ingleses), precisa: "Hace un minuto de diferencia por mes. O sea, dos segundos por día".

Los relojes de la ciudad que no son propiedad del Estado dependen de la voluntad del propietario del edificio, que parecen no tener urgencia en cuidarlos. De hecho, no existe normativa que regule su funcionamiento. Desde hace más de diez años, quienes caminan por Rivadavia al 1700 desconocen el sonido de los dos moros golpeando la campana del reloj del ex edificio Biológico Argentino. Simplemente no se lo ve en marcha porque el edificio parece estar en obra eternamente. Sus agujas marcan siempre las 12.30.

En un recorrido, Clarín constató que las piezas más deterioradas son las de las iglesias. Como el reloj de la iglesia San Miguel Arcángel, en Bartolomé Mitre y Suipacha, cerrada por refacciones, donde el tiempo se detuvo a las 11.15. En la parroquia de Nuestra Señora de Balvanera, en Larrea y Bartolomé Mitre, cada uno de los cuadrantes marca una hora diferente. Y eso que el edificio es Monumento Nacional.

"Es importante tomar conciencia de que hay que preservar nuestras reliquias, porque son el testimonio de nuestro pasado", dice Spinetto. En efecto, sólo se trata de cuidar el tiempo, y un tiempo donde la ciudad tenía menos ruido y más pausa para detenerse a mirar hacia arriba..."

Tomado de: Clarín.

sábado, enero 10, 2004

Prosigue el culebrón sobre la muerte de la Princesa Diana. Ahora la teoría de la conspiración apunta al autor intelectual.

"...¿ACCIDENTE O COMPLOT?

Interrogaron al príncipe Carlos por la muerte de Lady Di

Lo asegura la prensa británica. Un alto jefe de Scotland Yard habría sido el encargado de entrevistar a Carlos en su residencia de Clarence House.

La prensa británica reveló hoy que el príncipe Carlos de Inglaterra fue interrogado por la policía británica sobre la muerte de la princesa Lady Di. El Alto Comisionado de Scotland Yard, John Stevens, con el consentimiento del juez de la causa, Michael Burgess, se reunió con el heredero a la corona en Clarence House, su residencia en Londres.

La noticia fue conocida a través del Daily Mirror (http://www.mirror.co.uk) y sostiene que Stevens habló durante una hora con el príncipe Carlos dos días después de que Burgess diera por comenzada la investigación por la muerte de Diana y su pareja, el egipcio Dodi Al Fayed, que se produjo el 31 de agosto de 1997 en un accidente en la ruta de París.

Según el periódico británico, un vocero de Clarence House confirmó el hecho: “No hay nada que comentar acerca de la reunión entre el príncipe Carlos y Stevens porque son asuntos de la investigación judicial".

Fue justamente el Daily Mirror el que reveló por primera vez el nombre de Carlos como la persona de la que la princesa Diana sospechaba como instigador de un plan para matarla. El tabloide reveló el contenido completo de una carta escrita por la princesa diez meses antes de su muerte y guardada hasta ahora por su ex mayordomo Paul Burrell.

La carta fue publicada por el propio Daily Mirror hace unos meses. En esa ocasión, a petición de Burrell y de la editorial Penguin, el periódico no identificó a la persona que Diana temía. Pero, coincidiendo con la apertura de una investigación judicial en el Reino Unido sobre la muerte de la princesa, el diario decidió revelar su contenido completo.

Diana, de 36 años, y su novio, Dodi Al Fayed, de 42, murieron el 31 de agosto de 1997 junto al chofer Henri Paul cuando el automóvil en el que viajaban se estrelló contra una columna en el túnel de Alma de París.

Una investigación en Francia concluyó que el accidente se produjo porque Henri Paul conducía borracho. Pero esta conclusión no fue del todo aceptada en Gran Bretaña y el seis de enero pasado —seis años después de la muerte de la pareja— comenzaba una investigación independiente en Londres. La sorpresa la dio el juez de instrucción encargado de este proceso cuando pidió a Scotland Yard que investigue la hipótesis que plantea que detrás del accidente había un complot..."

Fuente: Clarín.

jueves, enero 08, 2004

Buenos Aires, siempre misteriosa. Hoy hechos insólitos de una de las "ciudades de los muertos" dentro de la ciudad: La Recoleta.

"...Una mirada diferente

Insólitas historias que guarda el cementerio de la Recoleta

Qué les cuentan los guías a los visitantes

El cementerio de la Recoleta es un cofre lleno de historias insólitas. Historias de pasión, de amores no correspondidos y despechados; de odios pertinaces que trascienden la muerte; de bóvedas que reproducen el dormitorio de los difuntos, de familias que premian la lealtad de sus sirvientes y entierran a la mucama en el panteón familiar, aunque cumpliendo el rito de hacerla dormir afuera de la casa de los patrones.

Se codean allí la tragedia de aquella pareja que, tras no hablarse durante 30 años, decidió perpetuarse en dos bustos que se dan la espalda desde hace más de un siglo y por toda la eternidad, con la última morada del sepulturero que, tras décadas de juntar peso a peso, construyó su lujosa tumba y se suicidó.

Los hechos pretéritos verídicos conviven de igual a igual con el desenfado de un sinfín de mitos, fantasmas y leyendas alucinantes. Una especie de irreverencia al silencio de los muertos; un eco insistente que ni las cenizas ni el tiempo han podido acallar. Y que retumba entre callecitas y diagonales estrechas, trajinadas por turistas extranjeros y por la banda más numerosa de gatos de la ciudad.

Al libro que reeditó hace poco el oftalmólogo Omar López Mato, "Ciudad de ángeles", que compendió éstas y otras historias, se suma ahora el relato oral de un grupo de historiadores. Ellos conocen hasta el último resquicio de esa necrópolis monumental que es el primer cementerio que vio nacer la ciudad de Buenos Aires.

El rigor histórico, sostén de sucesos poco convencionales y, con él, los mitos transmitidos de generación en generación convierten a las historias de ese solar donde reposan 350.000 almas -incluidos 25 presidentes constitucionales, cuatro máximos gobernantes de facto, 200 héroes de la Independencia y 100 gobernadores provinciales- en los más cautivantes de los relatos de la vida cotidiana. Porque la oscuridad de la muerte, tan poderosamente trágica como inapelable, también tiene su influjo. Y si el escenario es el Cementerio de la Recoleta, en donde la prosapia dialoga con mausoleos, cenotafios y esculturas funerarias monumentales, proyectados por los más rutilantes escultores y arquitectos de la época -Lola Mora, José Fioravanti, Alberto Lagos, Troyano Troiani, Edoardo Rubino, Giulio Monteverse y tantos otros- ¿cómo ignorarlas?

Casi dos siglos

En sus casi dos siglos de existencia (fundado en 1822, se lo bautizó primero Cementerio del Norte y fue trazado por el ingeniero francés Próspero Catelin, autor de la Sala de Representantes de la Manzana de las Luces y de la fachada de la Catedral junto a Pedro Benoit) son miles las historias que atesoran esas célebres seis hectáreas en las que se yerguen 83 monumentos históricos nacionales.

Pero este cementerio no es sólo conocido por su acervo escultórico, con toneladas de los más costosos y exóticos mármoles venecianos. Es tristemente célebre también por haber inaugurado una nueva tipología delictiva, apunta Eduardo Lazzari, uno de los historiadores que organizan las visitas y relatos orales por los sepulcros más señeros. Alrededor de 300 personas se dan cita allí todos los fines de semana para escuchar esas historias increíbles. El punto de encuentro es el Museo Roca (Vicente López 2220. Informes: Junta de Estudios Históricos del Buen Ayre: 15-4-439-4106).

"Una gélida noche de 1881, los autoproclamados Caballeros de la Noche, liderados por un noble belga de 27 años, Alfonso Kerchowen de Peñarada, secuestraron el féretro del cementerio de la Recoleta donde yacían los restos de doña Inés Indart de Dorrego", cuenta en una recorrida con LA NACION. Exigían el pago, en un plazo de 24 horas, de cinco millones de pesos para restituir los restos de la cuñada de uno de los mayores mártires de la historia, el gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego. Caso contrario "la justa crítica de una nación os cubrirá de vergüenza" y "el ilustre apellido quedará manchado para siempre".

El chantaje llegó en forma de misiva al Palacio Miró, sobre la calle Córdoba. Allí, Felisa Dorrego de Miró, hija de la difunta secuestrada, dio parte a la policía, pero antes consultó a su mayordomo. "Imposible retirar del cementerio un féretro tan pesado sin que nadie lo hubiera percibido", sospechó el sirviente, quien había cargado con los honores de portar el ataúd durante las exequias.

Estaba en lo cierto. Los restos nunca salieron de allí y aparecieron en el panteón de la familia Requijo. Pero la policía siguió al acecho. Depositó una caja con fajos de billetes falsos en el arroyo de Maldonado, instruyó a la familia para efectivizar el pago y detuvo a la banda.

Pero los Caballeros de la Noche fueron exonerados: la ley nada decía sobre el robo de cadáveres. A partir de este hecho, se incluyó el artículo 171, que pena con dos a seis años de reclusión al que "sustrajera un cuerpo para hacerse pagar su devolución".

El amor mueve montañas, pero también puede inducir a la muerte. Elisa Brown, hija dilecta del almirante irlandés, esperaba el regreso de su comprometido, el comandante Francis Drummond, que luchaba contra el Imperio del Brasil a las órdenes de Brown. En la batalla de Monte Santiago, el joven muere heroicamente, en los brazos del almirante. El marino debe comunicarle la noticia a su hija de 17 años y le entrega el reloj que había pertenecido a su novio, última voluntad del joven.

Desgarrada, Elisa -algunos sostienen que ataviada con su malogrado vestido de novia- se sumerge en las aguas del Río de la Plata para reencontrarse con el alma de su amado. Los restos de la novia del Plata yacen en una urna detrás de la del marino, confeccionada con el bronce fundido -y la gloria- de uno de los cañones de su embarcación.

No los unía el amor, sino el desprecio. El mausoleo de Tiburcia Domínguez y su marido, Salvador María del Carril, uno de los promotores del fusilamiento de Dorrego, gobernador de San Juan y compañero de fórmula del General Urquiza, es una evocación para la posteridad de sus desavenencias conyugales. El suyo fue un matrimonio silencioso: no se dirigieron la palabra durante 30 años. No era indiferencia, sino odio, de ese tan pertinaz que, incluso, trasciende la muerte. Y para que ninguno de los dos lo olvidara, la viuda dejó constancia testamentaria de su voluntad: sus esculturas debían darse mutuamente la espalda. Ella, con gesto adusto, incómoda en un busto. El, confortable en un sillón, dirigiendo la mirada en sentido opuesto. Perpetuaron así su odio conyugal pos-morten.

Liliana Crociati murió a los 20 años en su luna de miel en Insbruch. Un alud la sepultó junto a su marido en su cuarto de hotel en 1970. Ese mismo día, a 14.000 kilómetros de distancia, también murió Sabú, su perro adorado. Una escultura la evoca vestida de novia, con su pelo largo y suelto, secundada por su fiel mascota. En la bóveda, como una catacumba romana, ambientada como su dormitorio y lleno de fotografías, un sari rojo, comprado por ella en la India, cubre con la fuerza de una alegoría su lecho de muerte.

Con cama afuera

Como liberta de la familia Sáenz Valiente, la doméstica Rita Dogan descansa en el perímetro del mausoleo de su patrones, aunque por fuera de la cripta familiar. Si bien no era costumbre de la época enterrar a los sirvientes cerca de los señores, debía reconocérsele "la fidelidad y honradez" de la sirvienta, según reza su epitafio.

Los valores de la amistad también están representados en la Recoleta a través del cenotafio conocido como "De los tres amigos".

Cómplices e inseparables, hombres de la generación del 80, permeables al sentimiento edificante que depara toda amistad, el músico Benigno Lugones, el escritor Adolfo Mitre, hijo del fundador de LA NACION, y el historiador Alberto Navarro Viola decidieron homenajear un sentimiento común. Y levantar un monumento que, como una epifanía perpetua, recordara esa amistad.

Las trágicas y precoces muertes de los tres amigos, antes de cumplir 30 años, estimularon, curiosamente, a que otros amigos concretaran el anhelo: irguieron una pirámide donde cada uno de los tres lados honra al escritor, al músico y al historiador, a los hombres unidos por férreos lazos de amistad.

De los 183 años de vida de la Biblioteca Nacional, 75 estuvo presidida por los tres ciegos más conspicuos que vio el país: Paul Groussac, José Mármol y Jorge Luis Borges.

Ajenos a lo que finalmente les depararía el destino, los tres dejaron testimonio expreso de su voluntad de descansar en la Recoleta. No pudo ser. Aunque Borges, que en ocasiones solía recorrer el cementerio con Adolfo Bioy Casares, imaginaba y discutía con su amigo durante horas con qué personajes de la historia trabarían amistad una vez que estuvieran presos para siempre dentro de ese perímetro.

La nieta del emperador

Una nieta de Napoleón también duerme su sueño eterno en la Recoleta gracias a las gestiones de Mariquita Sánchez de Thompson, casada en segundas nupcias y luego separada del francés Mendeville. El conde Alejandro Walewski, hijo del Emperador con la condesa polaca María Walewska, viaja con su mujer embarazada a Buenos Aires para negociar la finalización del bloqueo anglo-francés durante 1847. Mariquita, por expreso pedido de Rosas, asiste a la pareja que vio nacer y morir a su pequeña hija, Isabel, en estas márgenes del Plata. Servil, Mariquita se ocupa de la última morada para la heredera francesa y la entierra en una parcela de la Recoleta al tiempo que la pareja retorna al Viejo Continente. La inscripción del cuerpo figura en los registros del cementerio, aunque nadie puede precisar el lugar exacto de su inhumación.

La vida por una parcela en el cementerio. Eso pensó el sepulturero David Alleno, luego de 30 años de servicio abnegado en ese solar. Los ahorros de toda una vida tuvieron un solo fin: erigirse su propio mausoleo y encomendar a un escultor genovés el portento de sus desvelos. Cuenta la historia que una vez colocado el bajorrelieve en mármol de carrara, que lo inmortaliza con pico, pala, regadera y sombrero, volvió a su casa y se quitó la vida. La ansiedad pudo más: "Quiso ser inmediatamente sepultado en el lugar que lo obsesionó toda su vida. Dejó todo listo; sólo faltaba el cuerpo", sentencia Lazzari.

La cabeza del degollado en 1841 por el gobierno de Tucumán, Marco Avellaneda, hijo de Nicolás, jamás pudo reunirse con su cuerpo. Fortunata García de García encontró la testa en un descampado y la entregó para que tuviera cristiana sepultura en la Recoleta.

Luz María García Velloso falleció a los 15 años de leucemia. El desconsuelo de su madre la llevó a pedir una anuencia especial para que se le permitiera dormir todas las noches al lado del sepulcro de su hija. Aferrada al túmulo, esculpido en mármol como un lecho de rosas sobre el que reposa la niña, la madre pasó noches enteras llorando a su hija muerta.

El pánico a ser enterrado vivo, un temor generalizado a mediados de siglo pasado, empujó al dueño de las tiendas Gath y Chavez, Alfredo Gath, a tomar todas sus previsiones. Ideó un mecanismo hidráulico dentro de su ataúd por el que al menor movimiento el féretro se abría. Lo probó varias veces para cerciorarse de su efectividad. Murió aliviado, con la certeza de que sí, estaba muerto.

El mito - o la historia verídica, insiste Lazzari - habla de que a la única hija del poeta Eugenio Cambaceres, autor de "Sin rumbo", y de Luisa Bacichi, "amante y madre de un hijo de Hipólito Irigoyen", la enterraron cuando sufría un ataque de catalepsia. Su madre descubrió el error cuando fue a dejarle flores a su tumba: "Su ataúd estaba corrido y violentado", cuenta Lazzari. Aunque la leyenda también dice que la vieron fuera de su ataúd, aferrada a un árbol, entre gritos y sollozos. Una versión claramente emparentada con la mitología más fantástica que, sin embargo, continúa deambulando con la fuerza de una leyenda urbana. Es la "dama de blanco" que, desde hace años, recorre el cementerio. No son pocos los que juraron haberla visto. Impoluta y siempre de blanco.

Por Loreley Gaffoglio
De la Redacción de LA NACION..."

miércoles, enero 07, 2004

Siguen las sorpresas en el presunto complot que acabó con la vida de la popularísima Lady Di.

"SORPRESIVA MEDIDA

Aplazan hasta el año que viene el juicio por la muerte de la princesa Diana

La investigación judicial sobre la muerte de la princesa Diana fue aplazada por sorpresa hasta el año próximo, según dispuso hoy el juez Michael Burgess.

Pocos minutos después de empezar la pesquisa, Burgess, juez de instrucción del condado de Surrey (al sur de Londres) y encargado de investigar las muertes de la Familia Real británica, dijo que la investigación completa se hará el año próximo.

El juez pidió al comisario de la Policía metropolitana de Londres, John Stevens, que investigue especulaciones en el sentido de que las muertes no fueron resultado de un accidente automovilístico.

Esta es la primera investigación judicial sobre la muerte de Lady Diana que se hace en el Reino Unido desde la muerte de la princesa, ocurrida en el túnel de Alma de París el 31 de agosto de 1997.

En el accidente también murió su amigo Dodi Al Fayed, hijo de Mohamed Al Fayed, el dueño de los grandes almacenes "Harrods".

El primer día de la pesquisa se inició en una sala del centro de conferencias "Queen Elizabeth II" de Londres ante unos ochenta miembros de la prensa mundial, que vieron como poco después Burgess hizo el sorpresivo anuncio del aplazamiento.

A la apertura de esta investigación asistieron Jane Fellowes, una de las hermanas de Lady Di, y el millonario egipcio Mohamed Al Fayed, padre de Dodi Al Fayed, fallecido con ella en el accidente.

"Hemos esperado esto durante los últimos seis años", dijo Al Fayed al llegar al centro de conferencias.

El juez no tiene pensado tomar testimonios de testigos, pero investigará todas las circunstancias de la muerte de Diana.

Burgess también estará a cargo de la investigación sobre la muerte de Dodi Al Fayed, aunque ésta se hará por separado y empezará esta tarde en Reigate, Surrey, donde residía.

Diana, de 36 años, y Dodi Al Fayed, de 42, murieron junto al chofer Henri Paul cuando el automóvil en el que viajaban se estrelló contra una columna del túnel Alma de París.

Una investigación en Francia concluyó que el accidente se produjo porque Henri Paul conducía bajo los efectos del alcohol.

La tragedia fue objeto de diversas teorías de conspiración, desde acusaciones de un plan para asesinar a Diana hasta alegaciones de que la princesa estaba embarazada..."

Fuente: Clarín.

lunes, enero 05, 2004

¿"Flower Power" en el siglo XXI? Parece que los días del último reducto hippie en el mundo están contados.

"...Lunes, 5 de enero de 2004.

©AP
EN COPENHAGUE

Días contados para Christiania

ELMUNDOVIAJES

MADRID .- La 'ciudad libre' de Christiania, en Copenhague, tiene los días contados. El Gobierno danés no será tolerante con la venta de drogas blandas y quiere construir viviendas y centros comerciales en el territorio que desde 1971 sólo obedecía a los ideales utópicos de los hippies. Como protesta, los habitantes de Christiania han desmantelado sus puestos de venta de hachis.

El primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, ha expresado su alegría por el desmantelamiento de los puestos de venta de drogas blandas de Pusher, la única calle de Dinamarca donde se permitía la venta de este tipo de mercancías, pero ha recordado que su proyecto pretende ir mucho más allá, hasta hacer pasar a Christiania por el aro de las leyes que rigen en el resto del país. «Desplazar los centros de venta de drogas blandas a otros lugares no es suficiente. Christiania debe funcionar como cualquier otro barrio», ha declarado Rasmussen.

El Gobierno conservador danés presentó el pasado mes de mayo un proyecto con el que pretende que Christiania pase a ser como cualquier otro barrio del país, lo que supone que la venta de drogas blandas no será tolerada y que sus vecinos pagarán el alquiler de sus viviendas. El plan incluye la construcción de nuevos edificios residenciales y centros de ocio.

Christiania nació en 1971, cuando un grupo de hippies ocupó un antiguo cuartel del ejército en Copenhague para crear una sociedad alternativa, rechazando la autoridad del gobierno y la policía, practicando el naturismo y normalizando el consumo de las drogas blandas. Esta filosofía se ha practicado desde entonces, aunque ahora el número de habitantes asciende al millar.

En 1987 el Gobierno danés reconoció oficialmente la existencia de la 'ciudad libre' y le dio el estatus de 'experimento social'. En compensación, cuatro años más tarde los residentes de Christiania tuvieron que empezar a pagar impuestos municipales.

Sin embargo, la venta de drogas blandas nunca ha sido aprobada, sino que se daba en un ámbito de tolerancia. La situación ha venido cambiando en los últimos tiempos. La policía ha emprendido redadas y los planes del Gobierno de Rasmussen anuncian abiertamente su deseo de terminar con este residuo del 'flower power'.

El desmantelamiento de los puestos de la calle Pusher puede ser la escenificación del principio del fin de Christiania, que para muchos tiene un significado mucho más profundo que la simple venta libre de drogas blandas. Para los que consideran que este barrio de Copenhague es un 'experimento social', morirán con la 'ciudad libre' las utopías de los años setenta. Los que opinan que Christiania es un foco de delincuencia tendrán que plantearse a dónde se trasladará ahora el comercio de las drogas blandas, que genera cada año más de 53 millones de euros en Dinamarca..."

Tomado de: El Mundo Viajes.

domingo, enero 04, 2004

Hace un tiempo reseñamos los misterios de Buenos Aires. Misterios que veremos también se encuentran bajo su suelo.

"...HISTORIA URBANA: TUNELES, ARROYOS SECOS, VIEJOS CEMENTERIOS Y ALJIBES

La ciudad subterránea: revela los secretos del pasado


Por azar o al excavar como parte de investigaciones, arqueólogos e historiadores rearman el mapa oculto de Buenos Aires. Encuentran desde utensilios coloniales hasta restos de animales prehistóricos.

Nora Sánchez. .
nsanchez@clarin.com

Allí donde hoy se levanta un apart hotel, en Juncal y Suipacha, alguna vez hubo un cementerio. Hace 17 años, la remodelación de una vieja casa de San Telmo, en Defensa al 700, puso al descubierto el olvidado lecho seco de un arroyo, entubado en 1860 y enterrado para siempre en 1890. Y, hace seis meses, la reparación de un caño en la vereda del Teatro Colón permitió el hallazgo de un pozo ciego del siglo XIX, donde se encontraron desde cepillos de dientes hasta monedas coloniales.

La superficie de la Ciudad de Buenos Aires oculta innumerables tesoros como éstos. La historia sobrevive bajo las calles, los subsuelos y los parques, conformando otra ciudad subterránea, casi siempre desconocida, que alimenta mitos y leyendas.

En 1912, mientras se construía una sala de dibujo para la Facultad de Arquitectura de la UBA —que entonces funcionaba en la Manzana de las Luces— el piso se hundió imprevistamente. Los asombrados obreros se encontraron ante un túnel que se conectaba con otro y otro más, recorriendo toda la manzana y aún más allá. Y parte de la vieja leyenda cobró fuerza de verdad: eran los túneles jesuitas del siglo XVIII. En la década del 80 se recuperó un pequeño tramo que puede visitarse los lunes a las 13 y los sábados y domingos (a las 15, 16.30 y 18), en Perú 272.

"Según se cree, los túneles comunicaban las diferentes construcciones jesuíticas: bibliotecas, parroquias, escuelas. También se especula que pueden haber sido usados para el tráfico de esclavos", explica Margarita Eggers Lan, autora del libro "Historias bajo las baldosas".

Algo menos misteriosos son los túneles que comunicaban los pabellones de algunos hospitales. Como los del Hospital Moyano (Brandsen 2570), de fines del siglo XIX, que acaban de ser restaurados por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural (CPPHC) de la Ciudad. También se recuperaron los sótanos y la capilla del Pabellón de Anatomía Patológica.

Y hay otros túneles que sólo perduran en la memoria popular: los profesores más antiguos de la Escuela Técnica Fernando Fader, en Pasaje La Porteña 54, Flores, aseguran que el edificio está conectado por un pasadizo con el ferrocarril. La escuela ocupa una mansión estilo Tudor conocida como Palacio Las Lilas, que en 1917 fue sede del Club de Flores. En el sótano están las entradas de los supuestos pasadizos, aún no explorados.

Uno de los túneles más enigmáticos es el que habría usado Juan Domingo Perón para escapar en 1955. "Ese túnel no existe —afirma el arqueólogo urbano Daniel Schávelzon—. Lo que sí existió fue un búnker que la Aeronáutica construyó para Perón y que jamás se usó. Tenía dos túneles que iban desde Leandro Alem a Av. Madero". El búnker unía los edificios Alas y Alea (donde ahora está la torre de Microsoft) y fue demolido en 2000 para hacer dos cocheras.

En 1988, Schávelzon hizo excavaciones en el Parque Tres de Febrero, en Palermo, y halló los restos del caserón de Juan Manuel de Rosas, demolido en 1899. Están a espaldas del monumento a Sarmiento. "Hay cimientos, pisos de ladrillos y muchos objetos, pero no túneles: la napa está muy alta en esa zona", revela.

La superficie porteña cubre muchas otras construcciones. Debajo de la plaza Las Heras, por ejemplo, aún se conservan algunas partes de la Penitenciaría Nacional, construida en 1877 y demolida en 1962. La leyenda cuenta que también hay túneles cavados por los presos para escapar.

En 1942, mientras se excavaba detrás de la Casa Rosada, se encontraron los restos de un enorme edificio. Así volvió a ver la luz del sol parte de la Aduana Taylor, que funcionó entre 1855 y 1894, cuando fue demolida. Ahora pueden visitarse el patio de maniobras, las galerías y los depósitos. También se recorren los "Almacenes subterráneos de la Real Hacienda", que formaban parte del antiguo fuerte. Otros restos de la Aduana se ven en el sótano de la tanguería Michelangelo (Balcarce 433). "Debajo del monumento a Cristobal Colón, a espaldas de la Casa Rosada, también quedó parte de la playa de maniobras de la Aduana y hay una cripta. Allí inauguraremos este año un centro de interpretación del acto fundacional de la ciudad", adelanta Leticia Maronese, secretaria de la CPPHC.

Esta Comisión coordina el proyecto "Bajo las baldosas", que reúne a varias áreas del Gobierno porteño para investigar lo que se esconde bajo de la ciudad. En el marco de esta iniciativa, a partir de marzo se retomarán las visitas guiadas a distintos yacimientos arqueológicos, como la Aduana Taylor o los corredores subterráneos de Santa Felicitas en Barracas (Pinzón 1480), donde funcionó un comedor obrero durante la primera mitad del siglo XX.

Con menos prensa que los túneles o los edificios perdidos, los pozos ciegos coloniales también son puertas al pasado. Como en la vereda del Teatro Colón, en Viamonte y Libertad, donde una cuadrilla de obreros que reparaba un caño roto se topó con un pozo sanitario de ladrillos antiguos unidos con barro. Entre otros objetos, se hallaron huesos de vaca, cerdo, rata y perro, además de un orinal de metal enlozado, una moneda brasileña de 1826 y azulejos.

Los aljibes y sus cisternas también conducen a las profundidades del pasado. En el Convento de Santa Catalina de Siena (Viamonte y San Martín) hay uno que fue inagurado 60 días antes de la Revolución de Mayo.

Debajo de las calles porteñas también se conservan restos de animales prehistóricos. En junio de 2001, cuando ampliaban la línea B del subte, encontraron los restos fosilizados de un gliptodonte que ahora se exhiben en la estación Tronador. Este animal es una especie de armadillo que se extinguió hace unos 10.000 años. En 1930, ya habían aparecido los restos de un mastodonte, en Corrientes y L. N. Alem.

Esta es apenas una muestra de la riqueza arqueológica que espera bajo tierra que alguien la descubra. Tal vez, por casualidad..."

Plano General de "Buenos Aires bajo las baldosas"

Tomado de: Clarín.
 
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